Son relaciones tóxicas en las que se ha perdido la paridad, el equilibrio en la relación. No hablo de situaciones extremas (con patologÃas de por medio), sino de relaciones en los que la cosa ha ido derivando a “te doy la mano y me coges el brazo”.
En este tipo de situaciones, normalmente una de las partes tiene una creencia inconsciente de que “siendo un niño bueno” , es decir, haciendo cosas por los demás, estando disponible para ellos, haciendo favores, diciendo más si que no,… le van a aceptar mejor. Va a ser merecedor de su cariño, de aceptación. Se siente valorado y reconocido por esa predisposición que tiene.
 Pero es un juego que tiene un alto precio para la persona...
 Porque al principio lo consigue, y le ven con muy buenos ojos, e incluso se lo reconocen. Pero a lo bueno todos nos acostumbramos, y resulta que lo empezamos a ver como algo normal y dejamos de reconocer el esfuerzo.Â
 Hay que entender que en esa situación que se ha creado, el entorno estaba muy cómodo, y la verdad, no se habÃan parado a pensar que esa relación no funcionara bien. ¡Pero si nos llevábamos muy bien!!!
 Y hablan, y se entienden (aunque sea un poco), y deciden cambiar algunos comportamientos, algunas reglas de juego,… pero como todo cambio, genera incomodidad, y los hábitos adquiridos (y los beneficios que ello suponÃa para una de las partes) tienden a querer restablecer la situación como estaba. Consciente o inconscientemente… los hábitos son difÃciles de cambiar.
Porque si lo consigue, al final, se da cuenta que cuando consigue ponerse en su sitio, empieza a recibir la aceptación y el reconocimiento que estaba buscando, pero no ya ahora por ser “el niño bueno que me hacÃa favores”, sino porque es una persona que muestra fortaleza de carácter (que no agresividad), y sabe defender sus intereses, a la par que respetar la de los demás.