Inteligencia emocional

Mundo emocional, mundo racional

Por Aitziber Barrutia Leonardo

“…Si les he contado estos detalles sobre el asteroide B 612 y si les revelé su número, es a causa de los adultos. A los adultos les gustan los números. Cuando uno les habla de un nuevo amigo, nunca preguntan sobre lo esencial. Nunca te dicen: "¿Cómo es el sonido de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere ? ¿Colecciona mariposas ?" Te preguntan: "¿Qué edad tiene ? Cuántos hermanos tiene ? Cuánto pesa ? ¿Cuánto gana su padre?" Sólo entonces creen conocerlo. Si uno dice a los adultos: "Vi una bella casa de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el techo…" no logran imaginársela. Hay que decirles: "Vi una casa de cien mil francos." Entonces exclaman: "¡Qué lindo!“…” 

El Principito

Hoy en día no resulta sorprendente ver a niñas/os mostrar su enfado, alegría, impaciencia, asco, curiosidad, temor, resignación, frustración o sorpresa. Asumimos la emoción y su expresión como parte irrefutable del proceso vital.

  

Sin embargo, según crecemos ocultamos nuestra tristeza, nuestros celos, o nuestros miedos tras la máscara del “ni siento ni padezco”. No esperamos encontrar adultos exteriorizando sus emociones en ámbitos sociales y cuando lo hacemos en privado, frecuentemente nos sentimos incómodos y terminamos fomentando la represión de la misma.

Utilizamos mensajes como “tranquila”, “no llores”, “no pasa nada”, “no tengas miedo”que invalidan la emoción de la persona. Esta aparente falta de empatía puede provocar sentimientos de incomprensión y consecuentemente, dificultar un posterior comunicación emocional.

¿En qué momento transgredimos la línea del mundo emocional al racional? ¿Nos beneficia?

3 pensamientos sobre “Mundo emocional, mundo racional

  1. Carlos

    Creo, que en la adolescencia empezamos a reprimir nuestras emociones y no las volvemos a exteriorizar hasta llegar a la tercera edad, donde al ser como niños, tenemos la excusa de poder recuperarlas, siendo ya demasiado tarde para poder disfrutar de las ventajas de conocer, regular y desarrollar nuestras emociones.

  2. Jon

    El principito tiene mucha razón: Nos encantan los números! Ya que en un mundo donde el consumismo y el materialismo está en constante auge, las emociones sufren esa contrapartida. Todos tenemos un precio? un número? Las emociones no se pueden medir con números, pero dicen muchísimo más de las personas que los propios números de su cuenta corriente.

  3. oier

    No creo que las expresiones que comentas signifiquen, en todos los casos falta de empatía, sino que muchas veces no sabemos tratar los problemas emocionales y pensamos que atendiendo a su parte racional podemos ayudar a las persona en cuestión. Sin embargo, en casos de una emoción fuerte, es la atención a la propia emoción, al sentimiento, lo que puede dar algo de consuel a la perosna. No sería un “no llores, que no hay motivos”, sino un “llora tranquilamente conmigo hasta que encuentres algo de consuelo” lo que creo que deberíamos decir: atender la realidad emocional y no la racional cuando la intensidad del momento es emocional. Dicho en otra palabras… “… al Cesar lo que es del Cesas y a Dios lo que es de Dios”.

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