Inteligencia emocional

El arte, ámbito de expresión emocional.

El arte, en sus distintas manifestaciones (música, pintura, arquitectura, literatura, danza, teatro, cine, etc.), desde tiempos inmemoriales ha sido vehículo de comunicación y por tanto de expresión emocional. Lo mismo para los creadores – artistas que para los receptores, el arte ha supuesto y supone un instrumento que nos permite experimentar con el potencial de nuestras reacciones emocionales con la finalidad de lograr una mejor adaptación a la vida diaria. Los lenguajes simbólicos, por su apertura semántica, por su potencia connotativa, ensanchan los horizontes de percepción y conocimiento de lo real y lo posible haciéndonos más sensibles hacia el mundo que nos rodea y hacia nuestros movimientos internos de conciencia. La arquitectura, por ejemplo, trabajando las formas y los espacios, los materiales y estructuras, es capaz de transmitirnos emociones de exaltación, orden o desorden, equilibrio o desequilibrio, tranquilidad o desasosiego. La pintura, a través del color, la textura o el trazo, o la música, mediante el sonido, el ritmo o la melodía, nos pueden sugerir emociones de placidez, inquietud, armonía, tristeza o alegría. ¿Quién no ha reído o llorado, sentido melancolía, miedo o angustia leyendo poesía o viendo una buena película? Las manifestaciones estéticas nos ayudan, sin duda, a discriminar las emociones avanzando en el auto-conocimiento, nos ayudan a empatizar, a identificarnos con las demás y a afrontar nuestra relación con el mundo desde diversas perspectivas, desde distintas miradas.Recientes investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Groningen (Holanda) han demostrado que la imaginación es un proceso tan material que difícilmente se puede hablar de él como algo opuesto a la realidad. La lectura de una novela, por ejemplo, hace que experimentemos las emociones que se describen como si las estuviésemos viviendo en primera persona. Aquellos que infravaloran la literatura considerando que mientras se lee no se vive y que, por lo tanto, no podemos perder el tiempo con un libro de poemas entre las manos, se están perdiendo un mundo de experiencias y emociones tan “reales” e “intensas” que al menos pueden ser complementarias a las que se obtienen haciendo paracaidismo o puenting.

El arte, como antídoto contra el adormecimiento de mente y espíritu, siempre ha jugado un papel preponderante en las sociedades dinámicas, abiertas, creativas e innovadoras. Por ello, cuando se ha querido restringir libertades y dominar voluntades, los poderes de turno se han preocupado por controlarlo o minimizar su impacto e influencia. El arte supone – ya lo dijo Aristóteles en su Poética – catarsis, liberación, purga cognitiva y convulsión emocional. Además, abre mentes y sintoniza corazones, proyectándonos hacia el juego, la exploración y el conocimiento. Y esto, claro está, para algunos siempre ha resultado impertinente o demasiado provocador.

Nadie que obvie el arte podrá adentrarse en los recovecos de la experiencia emocional.

¿Usted qué opina al respecto?

5 pensamientos sobre “El arte, ámbito de expresión emocional.

  1. Gotzon

    Lo has dicho muy bien: una experiencia emocionante de inmersión en aquello que nos atrae. Una alfombra mágica por la que nos deslizamos en todos los sentidos.
    Una llave de acceso a nuestro corazoncito.

  2. Arantza Echaniz Barrondo

    Iñaki, comparto todo lo que dices. Las manifestaciones artísticas que más me gustan son la literatura y la música. Siempre digo que la vida debería llevar música incorporada. Algunas piezas musicales, algunas canciones me transportan y me transforman. Y lo mismo pasa con la literatura. ¿Quién no se ha visto en primera persona dentro de una historia bien narrada?

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  4. susa

    🙂 El arte, en sus distintas manifestaciones (música, pintura, arquitectura, literatura, danza, teatro, cine, etc.), desde tiempos inmemoriales ha sido vehículo de comunicación y por tanto de expresión emocional. Lo mismo para los creadores – artistas que para los receptores, el arte ha supuesto y supone un instrumento que nos permite experimentar con el potencial de nuestras reacciones emocionales con la finalidad de lograr una mejor adaptación a la vida diaria

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