Inteligencia emocional

Ansiedad y perplejidad social

Enlace a la imagen, https://monsieurdevillefort.wordpress.com/2015/11/Vivimos en una época de incertidumbre. En sociedades anteriores a la nuestra, los seres humanos han vivido con un futuro tal vez más sombrío, pero la estabilidad de sus condiciones vitales – por muy negativas que fueran- les permitía pensar que el porvenir no les iba a deparar demasiadas sorpresas.  Podían pasar hambre y sufrir la opresión, pero no estaban perplejos. La perplejidad es una situación propia de sociedades en las que el horizonte de lo posible se ha abierto tanto que nuestros cálculos acerca del futuro son especialmente inciertos.

Así se expresa Daniel Innerarity en su último libro, Política para perplejos. Según Innerarity, nos hemos pasado mucho tiempo intentando racionalizar el diálogo y la convivencia, mientras lo ignorábamos casi todo acerca de cómo se estaban configurando los nuevos espacios emocionales.

El tema es serio, además de Innerarity, está concitando la atención de diversos pensadores y autores que han publicado La era de la perplejidad . Repensar el mundo que conocíamos.Y otros hasta han preparado Pedagogías para tiempos de perplejidad. De la información a la sabiduría con el desafío de empoderar a los sujetos humanos para que elijan y desarrollen su propio proyecto vital en los contextos complejos y singulares en los que viven.

Lo cual quiere decir que, como sociedad, seguimos en el empeño racionalizador de la modernidad, no hemos aprendido que todo lo que acontece en la vida social, las guerras, la economía, la política, la convivencia son como plantea Innerarity, y yo lo comparto, cada vez más asuntos primordialmente emocionales, espacios sentimentales donde se despliega la ansiedad, la ira o la confianza. Estas emociones y estados de ánimo son al mismo tiempo fuente de conflicto y vectores de construcción social.

Construcción social en el sentido de que son sentimientos y emociones colectivas con enorme fuerza transformadora, no arrebatos irracionales. Esta es una cuestión que desde este blog venimos narrando con insistencia, las emociones se configuran como fuerzas de transformación.

Innerarity, afirma sabiamente que debemos utilizar el gobierno de las emociones colectivas dado que contiene una fuerza que es clave para la transformación democrática de nuestras sociedades.

Estas reflexiones me llevan a recordar a Victoria Camps y su Gobierno de las emociones,  cuyo fundamento radica en la ÉTICA, en mayúsculas. Aunque Innerarity aquí no la menciona está muy presente en su obra.

Lo que sí menciona es que el aumento del desconcierto y la perplejidad viene aparejado a una disminución en la capacidad de comprensión de la sociedad, a la vez que se incrementa el poder de los afectos y las emociones como variable explicativa de la conducta social.

En este sentido, para él, el desconcierto y perplejidad política de nuestra época tienen que ver más con la incapacidad de reconocer y gestionar nuestras pasiones que con el orden de los conocimientos. No le falta razón, a nivel de emociones, la perplejidad se asocia con la permanente sorpresa para la que no estábamos preparados, nos descoloca y al no contar con las habilidades necesarias no sabemos reaccionar a tiempo, nos paraliza, y este no saber qué y cómo decidir nos sume en el sufrimiento de la ansiedad.

Alabo el acierto y astucia de Innerarity al utilizar la palabra perplejidad porque refleja fielmente el actual transcurrir de los acontecimientos de nuestra sociedad. Según la RAE, significa irresolución, confusión, duda de lo que se debe hacer en algo. Por otra parte, en la teoría de la información representa medida utilizada en la distribución de una probabilidad desconocida relacionada con la entropía, aquí la usaré como medida del desorden o desequilibrio de un sistema social, de capacidad de transformación y evolución.

Esto es lo que caracteriza a esta sociedad nuestra llena de incertidumbres e inseguridades. Pero tengamos en cuenta que cada sociedad, en cada época y contexto, genera su propia estructura emocional.

A este respecto, Innerarity identifica la ansiedad colectiva como uno de los sentimientos, personales y colectivos característicos de nuestras sociedades. Nuestro mundo parece ser más incierto, más inseguro y, por consiguiente, más ansioso que el anterior.  Los sentimientos son de las personas, pero los hay también en las sociedades, en las que se producen constelaciones emocionales, atmósferas afectivas, sentimiento generalizados que explican buena parte de los sentimos, expresamos o hacemos.

Sobre este tema recomiendo la siguiente lectura:», Eduardo Bericat, “¿Sienten las sociedades? Emociones individuales, sociales y colectivas en P. Fernández y N. Ramos (Coords.), Corazones inteligentes, Kairós 2002, pp. 121-144).

Sobre este tipo de ansiedad hemos hablado mucho en este blog, porque hay otro tipo de ansiedad que produce lágrimas que son perlas que caen al mar, que canta Nat King Cole al amor ausente.

Innerarity nos recuerda que el panorama actual es muy distinto, las condiciones inciertas del trabajo, el desconcierto que produce la volatilidad de los cambios, la dificultad de gestionar la información, la naturaleza de los nuevos conflictos como el terrorismo que representan una amenaza difusa e indiferenciada. Todo esto produce irritación, inseguridad y ansiedad. Sobre todo, por la dificultad de identificar los daños y protegerse contra ellos.

Un panorama en el que la ansiedad acerca del futuro personal y colectivo se convierte en una forma de miedo que carece de objeto de referencia, porque según Innerarity, hoy tenemos riesgos indeterminados y promesas de seguridad que funcionan como placebos, se mantienen las mismas viejas prácticas de seguridad que hoy tienen una eficacia limitada.

La perplejidad que todo esto produce es lo que explica el tono negativo que se ha apoderado de la política. Los agentes políticos nos cuentan historias de descontento y frustración, los discursos y mensajes transmiten con insistencia el supuesto de que va a ocurrir un desastre. La prevención se ha convertido en una estrategia clave.

Campañas de seguridad, sospechas hacia el emigrante, hacia el refugiado, detenciones indiscriminadas, vetos a la libertad de expresión y un largo etcétera que normalizan la desconfianza y la sospecha. Es este incremento de la sospecha el que acentúa la ansiedad en un bucle que se cierra sobre sí mismo, la vigilancia incrementa la sospecha, la sospecha, a su vez, impulsa a aumentar la vigilancia.

La desconfianza se encumbra como actitud generalizada detrás de la sospecha hacia los extraños. Este es un concepto que siempre me remite al fallecido Zigmun Bauman, que centró su último libro “Extraños llamando a la puerta” en la crisis de los refugiados, la perdida derechos y la política de construcción de muros en lugar de puentes.

En él culpa a los políticos de aprovecharse del miedo de los inmigrantes y pobres y escribe: “Esa crisis es, en el momento presente, una especie de nombre en clave políticamente correcta con el que designar la fase actual de la eterna batalla que los creadores de opinión libran sin descanso en pos de la conquista y el sometimiento de las mentes y los sentimientos humanos…”.

¿Qué podemos hacer para detener estos círculos infernales que desgarran el equilibrio emocional de las personas y las sociedades?

Es una buena pregunta que lanza Innerarity y buena es la repuesta que ofrece: Probablemente lo más revolucionario sea la serenidad, un valor que deberían cultivar nuestros gobernantes y deberíamos cultivar también entre la ciudadanía, o simplemente, en tanto que seres humanos.

Una reflexión de Innerarity que me ha llamado poderosamente la atención, y con la que estoy absolutamente de acuerdo, es que la ansiedad como emoción, fija a los sujetos en el momento presente y desmonta los sueños e ilusiones por un futuro mejor, además, con el aumento de la información disponible y su actualización impulsiva, podemos creer que estamos exonerados de ejercer la reflexión personal. A la indignación suele faltarle reflexividad, está más interesada en denunciar que en construir, lo que limita su capacidad para generar iniciativas políticas.

Estoy de acuerdo, en la reflexión personal fallamos, invito a que desde la serenidad ejercitemos la reflexividad personal y colectiva y nos dotemos de una opinión crítica propia, estoy convencido de que con ello nos preparamos para afrontar la sorpresa y la perplejidad sin tanta ansiedad personal y social.

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