Inteligencia emocional

Cerebro Emocional

Días atrás, una noche que caminaba hacia casa casi inconscientemente, entre cansada y absorta en mis cavilaciones, sentí repentinamente un sobresalto al ver pasar junto a mí a una persona. Durante milésimas de segundo intenté ubicarlo: quién era, por qué se generaba eso en mí, pero no lo lograba inicialmente; me llegaba una sensación de tensión, no sé si de rechazo, pero sí de desear evitar al individuo en cuestión. Durante milésimas de segundo, repito; por que de repente, sentí una carcajada interior al descubrir quién era; se trataba de un actor de televisión que interpreta a un personaje cruel y siniestro.

Por un breve instante, la sensación emocional fue tal, que desconectó mi razón y activó la alarma interior; algo así como “¡peligro!”. En aquellos momentos en los que mi nivel de consciencia estaba un tanto ausente, el denominado “cerebro emocional” se permitió tomar la iniciativa y dar la voz de alarma por un instante. A su vez, el cerebro racional también estaba alerta, consciente, y se encargó de calmar las aguas; decía “¡Karmele, que es de la tele!”. Afortunadamente, razón y emoción, una vez cumplida su función por su parte, ambas, divertidas con mi confusión se reían interiormente, e incluso deseaban compartirlo con alguien más; y así hice, contárselo seguidamente a una persona muy cercana, que también acostumbra seguir la serie de televisión. 

Una de las grandes aportaciones de las Neurociencias ha sido la de poder comprobar y afirmar de modo contrastado la existencia de estructuras cerebrales que intervienen en la activación, regulación de las emociones; e incluso en los procesos de toma decisiones, aparentemente de escaso de contenido emocional. Hablamos esencialmente del Sistema límbico, y en el mismo de la activación de la amígdala.

Este cerebro emocional es anterior al cerebro racional; es el primero en crearse y comenzar a actuar, y en la vejez, frecuentemente el último en perder su actividad. Incluso cuando el raciocinio parece haberse desvanecido, existe la emoción aunque evidentemente mermada por la falta de su compañero racional.

Por otra parte, además de la anatomía cerebral, también la dinámica de funcional de ambos cerebros difiere entre sí: mientras que  el cerebro racional funciona analizando toda la información, midiendo, valorando, manejando los datos con precisión, el emocional funciona a golpe de sensación; identificando y decidiendo lo que hay respondiendo a los sentimientos creados. Uno trabaja con mayor lentitud y precisión; el otro con rapidez y respondiendo a la necesidad que emerge de la sensación-emoción-sentimiento creado. Incluso cuando en el restaurante,  estamos decidiendo no decir nada ante esa ensalada que parece tener algún habitante.  Además del sentimiento de rechazo, repentinamente pueden surgir la vergüenza, el enfado …

No se trata de potenciar o o minusvalorar ninguno de estos dos cerebros ni sus funciones: necesitamos de ambos según la actividad a realizar. Lo más adecuado, enriquecedor, equilibrado, etc está en el término o concepto que nos une en este blog: la inteligencia emocional, el saber emplear y encauzar la emoción, según lo más adecuado desde la razón. Por que toda actividad que realizamos, por muy racional y objetiva que sea, está influida por las emociona que pululan entre las personas que la rodean.

 ¿Creéis que hay aspectos en vuestro entorno, que deberían de ser más emocionalmente cuidados?  ¿Creéis que somos aún demasiado racionales?   

2 pensamientos sobre “Cerebro Emocional

  1. Arantza Echaniz

    Un ámbito en el urgentemente debemos aprender a integrar razón y emoción es en el de la educación de lo hijos porque ahí está la semilla de nuestro futuro como especie.

  2. Karmele Gurrutxaga

    Pues, efectivamente, es un campo muy necesario -como otros-. Sobre todo por que en el contexto familiar predominan sobre todo las emociones .

    Gracias y un saludo

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