Inteligencia emocional

“Sisifeando” … (gerundio del inexistente verbo “sisifear”)

Me atrae el mito de Sísifo. No sé si por la insolencia del personaje, por la crueldad del castigo que sufrió o por la versión de Tiziano en el Prado. Me seduce esa silueta de perdedor, condenado por atentar contra el orden de las cosas …

Alguien que se atrevió a desafiar a los dioses, de entrada, merece respeto. Pero … ¿Quién fue Sísifo? ¿Cuál fue su atrevimiento? Y, reconozcamos el lado morboso del relato, ¿Sufrió lo que debía? ¿Fue merecido su castigo?

Al parecer fue un personaje astuto, sagaz, “vivillo”. ¿Cuál fue su delito? ¿Por chivato? ¿Por impío? ¿Quizá por irreverente?

Según leo, Sísifo engañó a Tánatos -sí, tuvo la astucia de engañar a la muerte-, consiguiendo que nadie muriera por un tiempo. Seguramente no era consciente de los desastres que esta opción produciría.

En aquellos tiempos lejanos este logro provocó quejas. Encabezadas -una vez más- por los dioses: la muerte de la muerte provocó la ira de Hades que veía empobrecer su reino sin nuevas almas que llevarse al inframundo. Caronte, el barquero, no le fue a la zaga: su modelo de negocio basado en óbolos por un transporte en barca entró en crisis.

Sísifo engañó y maniató a Tánatos hasta que otro dios (ay, esa divina solidaridad entre poderosos …) le liberó. Y puso a Sísifo a buen recaudo de Tánatos en el inframundo. Y allí, Sísifo fue obligado a cumplir su castigo: empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada. Piedra que antes de alcanzar la cima de la colina rodaba y rodaba hacia abajo. Y Sísifo tenía que empezar de nuevo. Una y otra vez.

Imagínate qué desesperación. Qué aburrimiento. Qué frustración. Qué absurda. Qué condenada vida …

“Sisifear”… No existe en el diccionario de la RAE (lo he comprobado) pero bien merecería una nueva entrada. Imagino su definición: de Sísifo. Verbo. Dícese de la acción de cumplir condena mediante una actividad sin sentido, sin placer, ni propósito, sin recompensa ni estímulo, eternamente frustrante …

Un eterno día horribloso que diría el Pajarero Loco de Alicia en el País de las Maravillas.

Verbo imperativo (no podría ser de otra manera, es un castigo de dioses), padecido en silencio, invisible. A ratos puedes reconocerte en él. A ratos que se hacen eternos. Momentos infinitos como una condena, empujando rocas que van cayendo a su valle una y otra vez, a lo largo y ancho del día. Ratos en los que te ves a ti mismo en streaming.

Ratos y rocas que parecen inmunes a la erosión, pero también vulnerables. Cuestión de buscar su dinamita.

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