Inteligencia emocional

Al partir, un beso y una flor…

Cuántas veces a lo largo de la vida nos tenemos que despedir… A igual que las relaciones empiezan, acaban. Éste es un hecho que conocemos clara y distintamente, e igual de clara y distintamente, sabemos que la despedida nos hace sentir de muy diferentes maneras. Todo depende del tipo de relación que hayamos mantenido, pero sobre todo, de lo que obteníamos de esa relación, de las necesidades que cubríamos en ella. Sí, estamos en una relación por una razón, nos asociamos, nos acercamos porque de alguna manera ese vínculo nos ofrece algo que mejora nuestro bienestar. Hace unos meses, en este espacio hablábamos de necesidades relacionales, las que sólo podemos cubrir estando en relación con otros. Seguridad, autodefinición, validación, dependencia, impacto… son algunas de las más importantes y las cubrimos cuando el contexto en el que estamos nos valida como individuos, nos da la seguridad necesaria, nos permite y acepta que seamos como somos, nos permite no tener que hacerlo todo solos o es afectado por nuestras opiniones o visiones del mundo.

Y qué difícil es abandonar una relación en la que todo esto se cumple, qué difícil cuando las circunstancias te alejan de este tipo de entorno, qué difícil cuando no hay más remedio que salir hacia otro lugar. ¡Qué difícil renunciar a una fuente de satisfacción de necesidades!

La vida sigue su curso, con o sin nosotros, pero también con o sin ellos. Sin los que han sido importantes para la vida de uno a lo largo del tiempo. El ejemplo más dramático es la muerte, pero el más cotidiano es la separación.

¿por qué nos cuesta tanto separarnos cuando la cabeza nos dice que es lo mejor? ¿por qué las tripas nos “obligan” a quedarnos? Ni más ni menos que porque, de alguna forma, aunque sea remota, seguimos teniendo esperanza de cubrir alguna de nuestras necesidades en esa relación. Cuando tenemos dudas sobre si quedarnos o no, normalmente no todo lo que obteníamos al estar con esa o esas personas desaparece de un plumazo, lo habitual es que poco a poco, alguna necesidad deja de cubrirse.

El duelo es inevitable (por lo menos sin pagar un precio), la tristeza suele acompañar, pero siempre hay esperanza de cubrir lo que es tan importante para mí en otro sitio, en otra relación, pero también… Siempre diferente.

¿Nunca nada es lo mismo?

7 pensamientos sobre “Al partir, un beso y una flor…

  1. Rogelio

    Pero ¿por qué nos cuesta tanto dejar algo que no nos gusta, que no nos valida, que nos aliena, que nos ningunea y que no nos ofrece satisfacción de cara a futuro? ¿Que mecanismos emocionales, racionales, psicosociales o lo que sea nos hacen apegarnos de tal modo a lo negativo, por muy positivo que pudiera ser, que nos impide orientar nuestro futuro? Son preguntas que me hago constantemente y a las que no tengo respuesta. Hablas de esperanza pero cuando orientamos nuestra esperanza hacia un elemento que no tiene nada de esperanzador es esperanza o inconsciencia o es algo completamente irracional y desadaptativo para nosotros… todo esto son, evidentemente preguntas que sigo haciéndome. Pienso que la esperanza tiene que tener algo de objetivo o con algún viso de serlo. Como el efecto Pigmalión sobre las profecías de autocumplimiento las expectativas, la esperanza de que algo ocurra tiene que tener algo de racional, de que las expectativas o la esperanza tengan algo de verdad y no de mera ilusión. De no ser así, lo lógico sería el orientar nuestros objetivos, nuestro futuro, nuestras esperanzas y esfuerzos hacia otro lado…. pero evidentemente esto no es nada fácil puesto que de serlo no estaríamos escribiendo estas líneas. Tenemos la responsabilidad de nuestro bienestar, mucho antes que el bienestar de nuestras organizaciones o incluso de las personas que nos quieren poco aunque estén a nuestro lado y nos digan lo contrario… sin embargo, en la práctica, insisto, no es tan fácil. ¿Cómo poder consguirlo?.. igual, como tu bien dices, pagando su precio que suele ser el duelo, pero para que el duelo comience también deberíamos ser conscientes de la pérdida, y a veces hasta eso nos negamos. En fin, que toda una locura que no deja de ser la locura de la vida y que a veces tiene pocas respuestas racionales. Validación, seguridad, autoconcepo, autodefinición… que encuentres, que encontremos todo esto en un futuro amigo mío y que seamos solo un poco más felices de lo que somos ahora. Suerte en la vida, aunque como tú dices… siempre, esa vida, sea diferente.

  2. Arantza Echaniz Barrondo

    Personalmente creo que demasiado a menudo aplicamos el refrán de “vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer…”. Muchas veces no nos damos el permiso para ser más felices…

  3. Igor-Autor

    Para mí las experiencias tienen que tener continuidad. Creo que las personas necesitamos trazar una línea en la que hilvanar todas las cosas que vivimos. Esa línea es elegida en parte, pero está trazada con trazos inconscientes en su mayoría. Las cuentas nuevas van a la vieja línea, o de otra manera, elegimos la ropa con la que salimos a la calle en función del tiempo que hizo ayer.
    Sin tanta retórica, creo que somos dueños de lo que sentimos y podemos flexibilizar lo que esperamos de otros, de otra situación. No creo en términos de todo o nada, de conmigo o contra mí. Pero es inevitable, también para mí, tomar la responsabilidad de dónde quiero y tengo que estar, y hacerlo desde la posición adulta de quien conoce sus recursos y limitaciones igual que conoce las potencialidades y fronteras de quien tiene enfrente.
    No es sencillo, claro que no, porque en el fondo, esa línea que hilvana mi experiencia, es una línea zurcida por la esperanza de estar bien con la gente, de que la gente es buena por naturaleza, de que decido anticipar lo positivo, de que los obstáculos se pueden superar y crear algo nuevo y mejor. Ésa es mi línea, y para mí, ésa seguirá siendo, si acaso, matizada y remendada, pero siempre, con la esperanza en el otro.

  4. XABI

    Totalmente de acuerdo con el blog,sobre todo en la última parte puesto que ahora estoy pasando por ese momento.Sólo tengo una duda,éso de alguna manera no es huír?
    Un saludo.

  5. Igor-Autor

    Realmente estoy de acuerdo con que puede parecer negar la realidad. Y en este sentido pueden suceder dos cosas, o bien no podemos afrontar la realidad tal cual en ese momento -y se me ocurren diversas razones para ello, todas ellas licitas-, o bien salimos de una situación que no podemos cambiar y revisamos las razones en otro sitio. No creo que huir de una situación determinada signifique indefectiblemente la negación de las razones que motivan la huida. Para mí son dos cosas diferentes.
    Es posible que a ojos de otros, de lo social, la huida sea mal vista, pero también es cierto que la creencia irracional “tengo que poder con todo” es una exigencia excesiva.

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