El centro de China vive una sequía de espanto. La escased de lluvia, la peor de los últimos 50 años, está dejando sin agua y trabajo  a agricultores, pescadores, transportes fluviales y hasta a la mismísima Presa de las Tres Gargantas:

Cuando el Yangtsé baja seco el faraónico proyecto hidrológico produce la misma electricidad que una pila de botón. Bueno algo más, pero insuficiente de todas todas. Así que el gobierno ya ha avisado: este verano habrá apagones.

Al hilo de esto nuestra traductora me decía el otro día:

Me acuerdo cuando de pequeña había cortes de luz y en casa teníamos que estudiar y leer a la luz de una vela. Creo que por eso llevo gafas. Pero no me importa. Tengo un buen recuerdo de aquellos años. Ahora en China sobran luces, se derrocha y algunos no les falta de nada pero ya no hay otras cosas que sí teníamos entonces.

Mientras escuchaba pensaba para mi que a una frase así  le correspondía  salir por boca de una abuelita de 70 años y no de una chica en su veintitantos, como era el caso. Le  hice notar mi sorpresa a lo que me contestó:

Los cambios sociales, económicos, tecnológicos que en tu caso, en el caso de los Europeos, vivisteis a  lo largo de tres generaciones nosotros los hemos vividos en apenas 30 años. Todo aquí ha  cambiado increíblemente rápido.  Y aún lo está haciendo.

Animado por esa frase hoy me apetece traer al blog la primera de una serie de post que aparecerán de cuando en cuando y tendrán algo en común: cabrán en aquella caja de galletas de latón que había en casa de la abuela y guardaba fotos. ¿Os acordáis? A mi me parecía que había algo de máquina del tiempo en aquella caja. Padres en miniatura posando el último día de escuela frente a un pupitre. Jóvenes abuelos en sepia trajeados para la ocasión y con un halo de galanes de cine que ya no atrapan las fotos de hoy. O calles de nuestro barrio que ahora a duras penas identificamos.

China está repleta fotos como esas, de personas, profesiones, edificios y costumbres condenados a acabar en una de aquellas cajas de galletas antes de desaparecer o reinventarse.

Así que ahí van las primeras 4 fotos para nuestra caja. Son de una farmacia con 600 años de historia. Que suministra remedios según una medicina tan antigua y aparentemente  sencilla como sabia: su máxima no es otra que más  vale prevenir que curar.  Contra el dolor de cabeza, menta, crisantemo seco, raíz de angélica dahurian y rizoma de chuanxiong.

Yo dejo la receta ahí, a la mano del que quiera, ahora que la rave de la democracia está dando tantos dolores de cabeza a tiros y troyanos. Los chinos no tienen de eso. Dolores de cabeza quiero decir. Tienen claro que siempre vale más  prevenir que curar.