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Mohamed Merah, un ejemplo de nueva yihad

Las fuerzas de la OTAN están en Afganistán para evitar tener que hacer la guerra a Al Qaeda en sus propios países. La justificación más repetida por los ministros de Defensa ha quedado en entredicho en el instante en el que el joven Mohamed Merah saltaba desde su ventana en Toulouse. La respuesta mundial al 11S no ha hecho más que generar nuevos focos de injusticia que sirven de justificación a gente como Mohamed. Apenas una semana después de que un sargento de Estados Unidos asesinara a 16 civiles en Kandahar, Mohamed hacía algo similar con cuatro judíos en Francia. El militar americano está en su país a la espera de juicio, el joven francés de origen argelino con un tiro en la cabeza después de una operación de treinta horas seguida segundo a segundo por todo el mundo.

Afganistán, Irak, Palestina, Pakistán, Yemen… sobran lugares donde encontrar motivos para llevar a cabo estas acciones terroristas, la única respuesta que el enemigo puede dar a las súper potencias dentro de la guerra asimétrica que se libra a nivel mundial. Como ocurriera con la acción yihadista de Bombay en noviembre de 2008, primer ejemplo de yihad urbana y de ataques coordinados, Mohamed ha abierto los ojos a una nueva generación de ‘luchadores santos’. Con el cerebro absorbido por los discursos de clérigos radicales su martirio es un ejemplo para los que quieran optar por el ‘hazlo tú mismo’. Ya no se necesita un comando, ni artefactos complicados, basta con armas y munición para poner en jaque a todo un continente.

Los analistas se escandalizans y censuran que los musulmanes no se echan a la calle para repudiar estos actos. Tampoco lo hacen los israelíes cuando su Ejército bombardea Gaza y asesina a mil civiles como en la Operación Plomo Fundido de 2010 con la excusa de combatir a Hamás, ni tampoco salen a la calle los americanos para protestar por matanzas como la de Kandahar. Las comparaciones son odiosas, pero las injusticias lo son aún más y, lo que es peor, sirven de caldo de cultivo para iluminados y ‘rambos’ de la yihad como Mohamed. Cuidado porque esto sólo ha empezado.

La conexión libia del 11-M

El culebrón Belhadj, ex emir del Grupo de Combatientes Islámico Libio, sigue ocupando gran parte de mi tiempo en Libia. Por un lado me da pena porque me impide centrarme en esa transformación que vive el país y que día a día va profundizando en el proceso de desgadafización. Por otro lado, es muy interesante profundizar en las cloacas de esa guerra contra el terror lanzada tras el 11-S y que en su último capítulo ha llegado hasta los atentados de Madrid del 11-M. No es la primera vez que me siento frente a un hombre como Belhadj, en Derna (este de Libia) también tuve la oportunidad de encontrarme con ex yihadistas en febrero, en Yemen son legión y en Irak o Pakistán uno puede entrevistarse también con ellos sin excesivos problemas, pero Belhadj no es un ex yihadista man. Alcanzó el grado de emir y uno siente esa mezcla de respeto y fervor de todos los que le rodean.
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Apenas puede abrir los ojos porque pasó seis años en una celda de aislamiento en Abu Salim con una venda en los ojos. Denuncia torturas por parte de la CIA y el régimen libio y es el líder indiscutible de los rebeldes en el campo de batalla. Encabezó la toma de Bab Al Aziziya y ahora es la persona clave en la búsqueda y captura de Gadafi, así que no se trata de uno más de los miles de yihadistas que viajaron a Afganistán, es una autoridad religiosa y moral entre los suyos y eso se nota.

Tras una primera entrevista el pasado viernes ayer volví a llamarle para hacerle unas preguntas sobre su presunta vinculación con el 11-M que desveló un informe policial al que tuvo acceso El Confidencial Digital. Pese a estar en plena revolución, con Bani Walid a punto de caer y con la pista de Gadafi cada vez más clara, Belhadj quiso hacer un paréntesis para aclarar que no tuvo nada que ver con el 11-M y que así se los explicó a los agentes de la inteligencia española que se desplazaron a Trípoli para interrogarle tras la masacre.

Belhadj habló claro, pero no quiso entrar en detalles. Esta revolución es su nueva yihad y no está dispuesto a que el pasado se mezcle con el éxito presente.