Silencio en Kandahar

En la base de Kandahar reina un extraño silencio. La base más grande
del país mantiene casi parado su tráfico aéreo por culpa de las
tormentas de arena y miles de personas esperamos salir de aquí hacia
muy diferentes destinos en el Comando Regional  Sur. Esto no tiene
nada que ver con el volcán de Islandia, aquí preocupan la arena y la
falta de visibilidad y por eso los aviones se paran y el aeropuerto
militar se cierra. “El presidente Obama habló de un período de 18
meses para empezar el repliegue, pero cada vez que vengo aquí la base
está en expansión”, asegura un enviado de la agencia AP que espera la
salida de su helicóptero hacia el valle de Arghandab, el mismo lugar
al que me dirijo yo.

Un soldado norteamericano frente a un blindado en Kandahar (Mikel Ayestaran).

El problema con los vuelos ha hecho que se
empiecen a montar columnas de blindados para hacer llegar a los
hombres a sus posiciones
, una opción B que en condiciones normales se
descarta para evitar los artefactos caseros improvisados.

Un soldado norteamericano frente a un blindado en Kandahar (Mikel Ayestaran).

No es el momento de hablar de retirada. La OTAN prepara su próxima
gran ofensiva en Kandahar
ante lo que los mandos militares esperan sea
la gran estocada a la insurgencia tras la ofensiva de Helmand, que
pese a no estar ya en los medios sigue abierta. El general Stanley
McChrystal
cerró el Burguer King y el Pizza Hut de la base, pero no
pudo con el resto de tiendas y restaurantes varios que pueblan la zona
de vida, una especie de pasarela cubierta de madera que forma un gran
cuadrado rodeando lo que llaman “la playa” y que no es más que pura
arena. El general quería endurecer la forma de vida de sus hombres y
algo ha conseguido
, aunque no mucho. Esto sigue siendo Marte si lo
comparamos con la vida en las calles del país. La mayor parte de los
soldados nunca ha atravesado la puerta de salida de la base y repiten
orgullosos que “ojalá no pisemos la calle hasta el final de la
misión”
.

Hace calor, aunque nada comparado con lo que será el verano cuando
está prevista la gran operación, y aquí resulta extraño ver uniformes
que no sean americanos o británicos
, los dos países que ponen los
muertos sobre la mesa en el campo de batalla. Con grandes vasos de té
helado y café la tropa pasa su rato de ocio entrando a las tiendas que
supongo ya tendrán mil veces vistas. “Nada de fotos, nada de
entrevistas”
, la vida del periodista extranjero en la base debe pasar
totalmente inadvertida y se tiene que limitar a esperar el vuelo que
lleve camino de su destino.

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