Archivo por meses: enero 2010

La roca eléctrica del balonmano mundial

 

Julen Aginagalde, pivote del Balonmano Ciudad Real

Julen Aginagalde, pivote del Balonmano Ciudad Real

Julen Aginagalde está haciendo oposiciones para convertirse en el mejor pivote ofensivo del balonmano mundial. Ha superado con nota cada desafío que se ha encontrando en el Europeo de la especialidad.

Julen es un “pivote” en el sentido deportivo de la palabra y en el argentino. El de Irún, a sus 28 años, es un pibe enorme que lo borda en el lugar donde más duro resulta el balonmano, a no ser que seas un portero que ha olvidado su coquilla. Ese puesto es el de pivote. Obliga a hacerse un hueco en la línea de borde del área entre unos tipos que asustarían al propio Mike Tyson. Son mocetones de más de 2 metros, más de 100 kilos, espaldas de armario ropero y brazos de estibador portuario. A eso suelen sumar abundancia de narices rotas, cicatrices en las cejas y un gesto inconfundible de haberse puesto un calzoncillo dos tallas más pequeño y lavado sin Perlán. Los centrales y pivotes defensivos son así. Y entre ellos tiene su hábitat Aginagalde.

Claro que el chico no es ningún mindundi. Mide 1,95 y pesa 110 kilos. Es como una roca eléctrica, como un rinoceronte con movimientos de tigre. La pesadilla de cualquier portero de pub a la hora del cierre. Para hacerse el hueco mínimo que necesita emplea la estrategia del ama de casa en  autobús urbano en hora punta: empuja con el trasero como que no quiere la cosa. Claro que los defensas suelen recurrir entonces a la táctica del sobón de metro: le echan mano por donde pueden.

En el momento en que el balón bota cerca de él, o le es transmitido por el aire, Aginagalde, como buen irundarra, homenajea a la máquina herramienta. Sus manos son como dos cizallas que atenazan el cuero aunque esté parcialmente agarrado por alguno de sus rivales y sus piernas funcionan como dos ballestas que catapultan los 110 kilos hacia la portería a pesar de que lleve colgando a un crítico gastronómico de los hombros. El zarpazo para agarrar la pelota y el brinco suelen ser tan rápidos y violentos que parecen el mismo movimiento. Y mientras el cuerpo de Julen genera un buen montón de watios, en una fracción de segundo, la cabeza piensa qué cuadrante de la portería es el menos resguardado. El esférico suele terminar allí.

Para poder apreciar todo este proceso como merece es mejor esperar a la repetición en cámara lenta. A velocidad normal se pierden los detalles. Entre los más curiosos se encuentra el gesto del marcador de Aginagalde que viene a ser la expresión de un ¿pero qué leches ha pasado?. Luego, Julen suele caminar tranquilamente hasta el banquillo y se sienta en paz, como un enorme niño rubio. Empieza a apretar los dientes de nuevo cuando su equipo avanza hacia la portería contraria. Ahí es cuando empieza una vez más la condena de los pivotes defensivos.

Así es Aginagalde, la roca eléctrica, el rinoceronte con movimientos de tigre. Un chico de Irún que es el mejor pivote ofensivo del balonmano mundial. Y formado en el Bidasoa.

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Los colores del Athletic de Bilbao tienen su origen… ¡¡en el Titanic !!

Las primeras camisetas rojiblancas fueron adquiridas en Southampton por el entonces jugador del Athletic, Juan Elorduy.

La Fundación Titanic donará una réplica de la bandera original al Athletic al cumplir cien años de lucir estos colores.

En la Navidad del año 1909 el nerviosismo en la ciudad inglesa de Southampton era evidente y estaba justificado, en esas fechas, la compañía naviera White Star Line, tenía que decidir el puerto base de los nuevos trasatlánticos que estaba construyendo, los más grandes del mundo, el Olimpic, el Titanic y el Británic.

Southampton era uno de los puertos que aspiraban a ese gran honor (y que luego resultó elegido), por eso, el alcalde de la ciudad hizo público un bando invitando a los ciudadanos a engalanar sus balcones y fachadas con banderas y pañuelos de color rojo y blanco, que eran los colores de la White Star Line.

En aquellas fechas, un jugador del Athletic de Bilbao, Juan Elorduy, se encontraba de vacaciones de Navidad en Inglaterra a quien, el presidente del Athletic le había encargado que comprase 25 camisetas con los colores del club, que en aquella época eran el azul y blanco.

A pesar del empeño del futbolista vasco, durante todo su viaje por Inglaterra no encontró camisetas azul y blancas y decidió apurar sus últimos días de estancia para intentar encontrarlas.

En el último día de sus vacaciones, en la ciudad de Southampton, donde tenía que embarcar para regresar a Bilbao, sólo vio en la ciudad los colores rojo y blanco, los de la compañía del Titanic, y como ya no le quedaban más días de estancia en Inglaterra, compró 50 camisetas con esos colores.

Aunque sorprendió el color rojiblanco de las camisetas que había comprado Juan Elorduy (al no haber encontrado las de color azul y blanco), en el club bilbaíno gustaron tanto los nuevos colores como la calidad de las camisetas y decidieron utilizarlas a partir de aquella fecha, por lo que, desde enero del año 1910, el Athletic de Bilbao luce los colores rojo y blanco de la bandera del Titanic.

Un año más tarde, Juan Elorduy fichó por el Atlético de Madrid, a cuyo club le regaló las 25 camisetas que le quedaban, por lo que el equipo madrileño comenzó a utilizar, aunque una temporada más tarde, también los colores rojiblancos de la bandera del Titanic.

Por este motivo, Jesús Ferreiro, presidente de la Fundación Titanic, ha declarado que obsequiarán al Athletic de Bilbao y al Atlético de Madrid una reproducción de la bandera original que el Titanic llevaba en lo alto de su palo de proa.

También a ambos Clubs se le solicitará la donación de una de sus camisetas, con el fin de añadirlas a la macro exposición “Titanic The Exhibition”, que estos días puede visitarse en la ciudad alemana de Wiesbaden.

Jon López, director del museo del Athletic de Bilbao ha confirmado que el museo existe una de las camisetas originales, la primera rojiblanca, que el Club estrenó en el año 1910.