En Bilbao somos así. Y así somos desde hace tiempo. Cuando algo es susceptible de mejorar, nos jactamos de que seguro mejorará hasta el punto de convertirse en algo espectacular, con ese toque chirene que exaspera al foráneo pero que enorgullece terriblemente al ciudadano del Botxo.

Ahora, con 19 puntos en la mochila, ningún seguidor del Athletic puede parar. El 2008 parece que ha borrado de golpe todas las angustias clasificatorias, todos los desesperados intentos de súplica a la Amatxu de Begoña y todos los txikitos amargos de los lunes.

La situación del Athletic no es ni mucho menos la mejor, pero qué más da. Somos de Bilbao y ahora toca respirar profundo y andar con paso firme. Como si fuesemos el Barcelona de Pep.

“A nada que viajas un poco te das cuenta de lo pequeño que es Bilbao”, me decía orgulloso un amigo a la vuelta de un viaje. Eso es lo que parece rondar ahora en la mente de los aficionados rojiblancos y la solución parece clara, viajar por Europa.

¿Chulería bilbaína o realidad? No sé, pero por algo llevamos la txapela “a medio lao”. ¿O qué?