Subimos del C.1 al C.2 (7.600 metros). La cosa comienza muy bien, mejoramos en hora y media el tiempo de subida. Ralf sube todo el tiempo junto a mÃ. Me siento examinado, como si valorara mis posibilidades. Ya estoy un poco cansado del tema, después de que el más famoso organizador de expediciones comerciales que opera aquÃ, Kari Kobler se tomara la molestia de venir a visitarme y darme una chapa de una hora para quitarme la idea de subir sin oxÃgeno. Ya me están comiendo la moral entre unos y otros.
Al llegar al C.2 comienzan las desgracias. Para empezar la tienda está destrozada por el viento. Como la habÃamos dejado tumbada y con piedras sobre ella las cosas están afortunadamente en su interior, lo hemos podido recuperar todo. Al quitarme los crampones me doy cuenta de que tengo uno partido. Motivo suficiente para irme a casa, pero voy a insistir hasta que me vea obligado a darme la vuelta, aunque sea con un crampón y rizando el rizo. Sin oxigeno y sin crampón ¿Quién da más?.
En el lugar que ocupaba nuestra tienda han montado otra donde nos metemos de ocupas. La pena es que solamente es de dos plazas y todo se vuelve medio imposible. Además no podremos dejar nada aquÃ. Para colmo de males una carga de gas defectuosa nos coge fuego de mala manera en mitad de la tienda, en la que hacemos un bonito agujero, y a mi se me queman las pestañas. Tenemos que tirar el quemador en llamas por el barranco con lo que nos quedamos con un solo quemador y lo de hidratarnos y alimentarnos se hace poco y mal.
Cantidad de gente sube a éste campo con oxÃgeno y otro buen número lo comenzará a usar ésta noche para dormir. Nosotros dormiremos como sardinas en lata y sin oxÃgeno.