Nada sabÃa del autor finlandés, Kari Hotakainen, pero bienvenido sea. La editorial donostiarra Meettok acaba de publicar su novela Por partes, y les aseguro que estamos ante una de esas lecturas que genera adeptos al autor. Si les cuento el punto de partida de la trama, tal vez, no les interese mucho y medio les suene. Un escritor que no tienen una gran vida propia decide comprarle la suya a una mujer que conoce por casualidad. Esa mujer se llama Salme, tiene ochenta años, fue la propietaria de una tienda de lanas y odia las novelas. No me gustan nada –dice la protagonista – los libros de historias inventadas, ni tampoco sus autores. Siempre me ha fastidiado que se tomen como ciertas, que la gente se entregue a ellas con toda su alma, y que escuche atentamente a sus autores. Sin embargo, y a pesar de ser, como hemos visto, bastante refractaria a ese mundo, finalmente acepta la propuesta no sin antes negociar el precio, y vende, por primera vez, algo que no puede tocar las manos. Pero a Salme le pesa la decisión. En aquel momento –cuenta– me invadieron todo tipo de pensamientos sombrÃos que, ciertamente, tienen un nombre propio: cuestiones morales. El Señor nos las ha dejado porque no puede llegar a todas partes. Hay, como tal vez imaginen, una razón poderosa para que la protagonista haya decidido vender su vida a alguien que desdeña: quiere ayudar a su hija Helena a quien le ha sucedido algo terrible aunque no sepamos qué con exactitud. Ese misterio será uno de los motores de una lectura en la que conoceremos, a través de sus distintos puntos de vista, a Salme, a su marido, –mudo por elección propia– a sus hijos y a otros personajes.
Pero más allá de la trama, Por partes tiene algo fundamental a su favor: el tono humorÃstico desde el que los personajes se rÃen de sà mismo y hablan de todo aquello que les rodea y les asiste, un análisis del que no escapan ni la religión ni la polÃtica. Estamos por tanto ante una novela original y lúcida, que apenas abandona el tono humorÃstico pero en la que la tragedia, también presente, asesta duros golpes de realidad.
Txani RodrÃguez