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El pulp. Juan Miguel Aguilera, la referencia española

Si hay alguien que ha tocado casi todas las teclas de la literatura pulp en castellano ese es Juan Miguel Aguilera. Aunque él se considera fundamentalmente un escritor de ciencia-ficción, lo cierto es que resulta muy poco ortodoxo y se dispersa con frecuencia. Es cierto que, en colaboración con Javier Redal, creó el universo más famoso de la ciencia-ficción escrita en español: el de Akasa-Puspa por donde ha transitado solo o en compañía de otros. Pero también es cierto que ha escrito novelas de aventuras ucrónicas, como La locura de Dios, Rihila y El sueño de la razón; technotrillers  (La red de Indra) o novelas apocalípticas (La Zona y el relato largo Limpieza de sangre aparecido en la antología de distopías Mañana todavía).

Y alcanza a más especialidades pero estas bastarán para que sepan que este diseñador que se fabrica sus portadas e ilustraciones, es uno de los mejores narradores que conozco. No solo fabula espectacularmente y crea mundos imaginarios y LIBRO.Sindbad en el País del Sueñopersonajes fabulosos y seres extraordinarios, sino que narra de tal manera que consigue que sus relatos avancen implacablemente, que siempre haya sorpresas y giros de guión que asombren al lector, que los personajes se interrelacionen satisfactoriamente y que la historia encuentre el cauce más adecuado. Me lo paso muy bien leyendo a Aguilera tanto en formato largo como corto. Sindbad en el País del Sueño no es ninguna excepción. Aquí el autor ha recurrido a la fantasía oriental, aquella de Las mil y una noches, de películas como El ladrón de Bagdad y El Tigre de Esnapur, de cómics como Jim de la India y El hijo de la jungla. Como ven, por los referentes puro entretenimiento, nada de ponernos exquisitos, aquí puede más la narración que cualquier otra consideración sin que por eso la escritura resulte descuidada, en realidad podríamos decir que es la más adecuada para lo que se trata de contar. Y Aguilera lo hace de película y cumpliendo las normas. Allí va Sindbad que vuelve de un peligroso viaje. Las cosas se le complican, porque pronto se verá implicado en una conspiración que le llevará a recorrer el camino entre Bagdad y Basora y, más tarde, arriesgar es territorios desconocidos donde las criaturas más fabulosas aparecerán ante él llevándole a vivir aventuras increíbles.

Si van a leer esta novela procuren dejar salir al niño que, sin duda, vive dentro de ustedes, porque ese infante agradecerá que le pongan en contacto con estos personajes, algunos de los cuales son representados en las ilustraciones que el libro tiene, como debe ser tratándose de literatura pulp. No les cuento mas porque cualquier indiscreción les privaría de disfrutar de las sorpresas que les esperan a lo largo del camino. Y, para que se vea que es una escritura tradicional, pero que ha sido escrita hoy el autor ha incorporado varios códigos QR al final de cada capítulo donde se pueden disfrutar las andanzas originales de Sindbad y adquirir algunos conocimientos sobre historias y leyendas orientales. Un volumen completito. No se lo pierdan.

Félix Linares

El pulp. Richard Matheson, genio del fantástico

Richard Matheson se pasó veinte años escribiendo relatos y novelas de ciencia-ficción y después abandonó el género. Dejó en ese tiempo, los años cincuenta y sesenta, algunas novelas señaladas como Soy leyenda y El hombre menguante, que fueron adaptadas con éxito al cine, y un puñado de relatos que le hicieron famoso, destacando el que sirvió de base a Steven Spielberg para El diablo sobre ruedas, un telefilm que en Europa creemos que es su primera película. En medio trabajó mucho para Hollywood, reescribiendo sus propias narraciones para The Twilight Zone, aquella serie que aquí se emitió como La dimensión desconocida, y adaptando la obra de otros autores para diferentes formatos, entre otros las películas de Roger Corman sobre cuentos de Edgar Allan Poe, un trabajo que, a menudo, obligaba a escribir historias totalmente diferentes al original. LIBRO.Nacido de hombre y mujerEra pues Matheson, que murió el año pasado, un todo terreno de la escritura que tras abandonar el género fantástico la emprendió con las novelas del oeste y policiacas.

Pero el nombre de Matheson quedará siempre unido al terror y a la ciencia-ficción con relatos como Nacido de hombre y mujer, su primer cuento, apenas tres páginas narradas en primera persona por un niño “especial” que va dejando en su charla detalles sobre sus características y sobre las cosas que va a hacer. Un cuento que colocó el nombre de su creador en lo más alto de la especialidad. Pero Matheson no se paró ahí y siguió escribiendo una serie de ficciones aterradoras, que, a pesar de su adscripción a la fantasía retrataban bastante bien al ser humano de la época sujeto a miedos que todavía no han desaparecido. Son relatos que quizá ahora puedan sonar a ya conocidos, porque las ideas de Matheson han sido muy copiadas en estos sesenta años, pero no debemos olvidar que él las inventó. Y aquí hay de todo: apocalipsis mundiales, invasiones extraterrestres, casas encantadas, monstruos variados esperando en las tinieblas y gente que sufre de maneras muy humanas.

No se equivoquen, la fantasía en Matheson es una disculpa para hablar del ser humano en sus peores momentos. El volumen incluye pequeñas piezas al final de cada relato donde el autor explica en pocas palabras como y por qué escribió cada cuento. Y sorprende su sinceridad al adjudicar a otras personas algunas de sus ideas, o su convencimiento de que tal cuento no es muy bueno, o por qué tuvo que poner un final de ciencia-ficción a un cuento que no lo necesitaba. Este es un volumen imprescindible y no solo por lo que tienen de seminal e importante estos cuentos, sino porque es una lectura apasionante que condensa muchos mundos en las escasas páginas que dura cada historia. Mathseon se maneja tan bien en la distancia corta que supera con alguno de estos relatos a novelas tan famosas como Soy leyenda. Y lo bueno es que todavía queda por publicar otro volumen, que nos traerá nuevas y emocionante fantasías de Richard Mathseon.

Félix Linares

El Pulp. El incombustible Silver Kane

Lo más parecido a la “pulp fiction” que hemos conocido por aquí son las llamadas novelas de “a duro”. Por cierto los originales también tenían en el precio su seña de identidad: Dime magazine. Allí se publicaban historias de  los géneros más populares, romántico y western principalmente, pero también policiaco, terror, ciencia-ficción y bélico. Aquellas novelitas estaban escritas por autores españoles que generalmente firmaban con nombres anglosajones y que completaban una novela a la semana, cuando no dos y hasta tres. En la cima de la popularidad se encontraban Corín Tellado en la zona romántica y Marcial Lafuente Estefanía en la del oeste. En la segunda línea destacaba Silver Kane, un todo terreno que escribía novelas del oeste,  negras, de terror, de guerra, de espionaje, de  ciencia-ficción, pocas, y hasta románticas con pseudónimos apropiados. También escribió guiones para cómics, desde El inLIBRO.La dama y el recuerdospector Dan a El teniente negro.

Silver Kane es, en realidad, Francisco González Ledesma, abogado y periodista, que entró en la editorial Bruguera enchufado por su tío, uno de los jefes, y acabó escribiendo de todo, tanto que tiene censadas mas de mil novelas, aunque él asegura que solo escribió unas cuatrocientas, el resto deben ser reediciones con los títulos cambiados. Tras la desaparición de los bolsilibros, y aprovechando que la novela negra convencional se puso de moda, empezó a firmar con su nombre unas novelas protagonizadas por el inspector Méndez, una de ellas llegó a ganar el planeta, que conservaban el estilo de sus anteriores trabajos.

Hace cuatro años decidió volver a las verdes praderas y recuperar a Silver Kane escribiendo La dama y el recuerdo, un western mucho más largo que los habituales donde aparecen pistoleros, damas peligrosas, algún indio (imposiblemente llamado Valiant), sheriffs, médicos milagrosos, una juez, más pistoleros, y muchas tumbas, es sorprendente lo mucho que se habla de tumbas y cementerios en esta novela. Y todo está mezclado de manera algo caótica como si el autor fuera añadiendo peripecias conforme avanzaba en la escritura manteniendo sus signos distintivos, esa afición por los cliffhangers y los enigmas sin función narrativa ni explicación consistente.

Pero todo es igual porque lo que prima en estas novelas, y en la obra de Kane en general, es la emoción de cada página, los disparos, las cabalgadas, las frases impactantes, las expectativas desmesuradas, el color local, más cercano al spaghetti que a los western originales, las situaciones imposibles, la tensión, la emoción desatada y los giros constantes para sorprender al lector. Más extraño es que incluya un par de errores: Benjamin Franklin nunca fue presidente de los Estados Unidos y una derringer no es un revólver sino una pistola. La novela no tuvo ninguna repercusión porque el tiempo del western ha pasado y salvo los viejos aficionados pocas personas se ven impulsadas a leer estos libros, sobre todo si el formato no es el acostumbrado. Por cierto, Francisco González Ledesma sufrió poco después de publicar La dama y el recuerdo, un ictus que le ha tenido apartado de la escritura. Afortunadamente ha publicado hace poco una nueva, y breve, novela policiaca lo que anuncia su recuperación.

Félix Linares

El Pulp. El otro Mallorquí

Si quieren disfrutar de esta novela piensen en el niño que un día quedó fascinado por las obras de Julio Verne, o por las películas que se basaban en ellas. Vale, quizá hay que ser algo mayor para ello. Recuerden como cada página, o cada secuencia, proporcionaba nuevas maravillas que nos sorprendían y nos asustaban o nos hacían decir “no puede ser”. Se de quien no comió pulpo después de ver al calamar gigante de 20.000 leguas de viaje submarino abrazar con sus tentáculos al capitán Nemo. Por cierto el Nautilus y su capitán aparecen referenciados en un par de ocasiones en el libro de Mallorquí. César, seguramente lo saben, es hijo de José Mallorquí, posiblemente el mayor escritor pulp de la literatura española, autor de El Coyote, Dos hombres buenos, Jibaro Vargas y miles de páginas pertenecienLIBRO.La isla de Bowentes a novelas y seriales radiofónicos. Heredero de la soltura de escritura de su progenitor, Cesar Mallorquí comenzó escribiendo ciencia-ficción, pero pronto descubrió que era un territorio poco productivo económicamente y se refugió en la novela juvenil (justamente esta  ha recibido varios premios de la especialidad, incluso el Nacional de Literatura) donde ha desarrollado una obra muy solida, y muy agradable de leer.

Hay en La isla de Bowen misterios sin cuento, escenarios exóticos, personajes extravagantes, navegaciones difíciles, selvas en el Ártico, monasterios con misterios, enemigos mortales, autómatas asesinos, un volcán, siempre debe haber un volcán en cualquier homenaje a Verne, y nombres que recuerdan a los aventureros decimonónicos. Hay también menciones a personajes reales, Conan Doyle da una charla, y a hechos históricos, la gran guerra que ahora recordamos por su centenario, y un dinamismo asombroso, y trepidantes aventuras que no dejan descanso al lector. Lo bueno es que estamos confortablemente situados en territorios muy conocidos, donde hemos sido felices y donde ansiábamos volver. Lo mejor es que no es necesario ese sentimiento de pertenencia para disfrutar de estas páginas.

La novela tiene defectos, claro, por ejemplo las reuniones de los personajes, que se justifican cuando se cuentan nuevas maravillas, breves historias que complementan la principal, pierden su justificación cuando se trata de contar las peripecias de cada uno, ya que se conocen suficientemente y el lector también, y queda como un recurso impostado. O, por otra parte, dotar al profesor Zarco de tantas virtudes científicas y físicas, desdibuja al personaje del aventurero que siempre acompaña al sabio loco para solucionar los asuntos físicos, y aunque aquí también aparece se queda sin función concreta. Pero, nada, son pequeños detalles que no ensombrecen la alegría por encontrarnos con estos viejos amigos que tantas satisfacciones nos proporcionaron y que ahora vuelven para nuestro reencuentro con la literatura de nuestros años de adolescencia. Solo queda esperar que Zarco, Cairo, Durango, la señora Faraday y el capitán Verne se hagan de nuevo a la mar en una posible futura novela que continúe sus andanzas. Estaremos vigilantes.

Félix Linares

El Pulp. Fritz Leiber, Fafhrd y el Ratonero Gris

Cuando se habla del género de espada y brujería la memoria nos lleva a Conan y otros personajes creados por Robert Ervin Howard. Pero el género tiene otros padres y hasta mejores. Incluso es posible que el término lo acuñara Fritz Leiber que se trabajaba a sus personajes Fafhrd y el Ratonero Gris en los años treinta, aquellos de la pulp fiction que tantas maravillas dejó para la posteridad. El término espada y brujería data de los años sesenta. Era Leiber hijo de actores, shakesperiano uno, del cine mudo la otra, y él mismo fue actor ocasional, un experto jugador de ajedrez y maestro de esgrima, algo que le vendría muy bien para dotar de verosimilitud las escenas de lucha en sus escritos. Para un bohemio dado a la buena vida escribir en los pulps era una solución razonable. Se pagaba bien, se escribía sin aparente esfuerzo. Relatos de terror, de fantasía, de aventuras, y más tarde de ciencia-ficción. LIBRO.Ciclo de Lankhmar 1En esas estaba cuando su amigo Harry Otto Fisher le mandó el retrato de dos personajes; un bárbaro del norte con todos los tópicos a cuestas y un individuo esquivo, cínico, superviviente en las calles de las ciudades de un lugar llamado Lankhmar, que he visto comparado con las descripciones de Cervantes en sus novelas, de verdad.

Fisher escribió partes de una novela corta, un relato y poco más, pero Leiber enseguida se encariño con los personajes y se puso a escribir sobre ellos hacia 1.936, publicando el primero de sus cuentos en 1.939. Y desde entonces, y hasta 1.988, cuatro años antes de su muerte, escribió una treintena de cuentos y novelas cortas y una novela larga, recogidas en siete volúmenes que fueron publicados entre nosotros a partir de 1.985 en la editorial Martínez Roca cuando la dirigía Alejo Cuervo. El mismo editor, ahora en Gigamesh, recoge los cuatro primeros volúmenes en un tomo titulado Ciclo de Lankhmar 1 al que seguirá un segundo con los otros tres. Lamentablemente seguirá inédita la novela Espadas contra el País de las Sombras que escribió Robin Wayne Bailey casi al final del siglo XX.

Las andanzas de Fafhrd y el Ratonero Gris tienen todo el color de las aventuras exóticas y la emoción de los relatos trepidantes. Por aquí aparecen guerreros, brujos, princesas, monstruos, reyes, políticos, visires que quieren ser califas en lugar del califa, el reparto habitual, pero los personajes son más complejos, más ricos en matices, más miserables en ocasiones y más divertidos muy de tarde en tarde que los que pueblan el resto de escritos de la especialidad. Y las aventuras están a la altura, no se limitan a presentar un escenario, unos personajes, casi siempre repetidos, y soltar unas cuantas luchas que siempre recuerdan a otras. Fafhrd y el Ratonero Gris han conocido versiones en cómic, la más famosa con guión de Howard Chaykin y dibujos de Mikel Mignola, y siempre han dado pie a obras interesantes, pero, sinceramente, me parece que las historias originales son mejores. Y ahora tienen la oportunidad de leerlas. En este género nuestro no siempre se puede. Aprovéchense.

Félix Linares