JULIAN BARNES
El sentido de un final (ANAGRAMA) 186 páginas
Julian Barnes (Leicester, 1946) forma junto a Ian McEwan, Martin Amis y el más joven Kazuo Ishiguro el gran cuarteto de la literatura inglesa actual. Barnes se dio a conocer con un libro inclasificable que rendía homenaje al oficio de escribir, El loro de Flaubert. Después llegaron novelas como Mirando al sol y Antes de conocernos, donde el pasado se comportaba como un personaje más que atormentara a los protagonistas. En su último libro, El sentido de un final, Premio Man Booker, ese pasado inmisericorde vuelve a la vida pacífica de Tony, un próspero jubilado, en forma de diario, el diario de su viejo amigo Adrian que acaba de fallecer. Tony formó en la adolescencia y juventud junto al serio Adrian y otros dos amigos un grupo aparentemente indestructible. Hasta que la vida de Adrian sufrió un duro golpe y todos le dejaron de lado. Sobre las mentiras de la memoria.
ANITA NAIR
El corazón es un lugar feroz (DUOMO) 345 páginas
La escritora Anita Nair (Kerala, 1966) se ha hecho famosa en todo el mundo por sus novelas sobre la vida de las mujeres de su país, de sus relaciones entre ellas y con los hombres y de sus amores y desamores. Saltó a la fama con su segunda novela, El vagón de las mujeres, la historia de una mujer que harta de su familia, su marido y sus hijos, decidía abandonarlos para encontrarse consigo misma. El corazón es un lugar feroz es su último libro y es curiosamente una novela policiaca. Nos presenta en ella al inspector Gowda que investiga la muerte de un joven en un mercado de Bangalore, una muerte que no interesa a nadie. Venciendo su escepticismo y espoleado por la posibilidad de recuperar un viejo amor, Gowda se adentrará en un oscuro mundo de corrupción. La visión de la India del siglo XXI.
JUAN VILLORO
La casa pierde (ALFAGUARA) 295 páginas
La literatura mejicana tiene en Juan Villoro (México, 1956) a uno de sus grandes exponentes. Curtido en el periodismo y especialmente en el periodismo deportivo –geniales sus crónicas futbolísticas, recogidas en Dios es redondo-, su carrerea literaria no ha dejado de recibir premios a un lado y a otro del Atlántico por libros como La noche navegable, El testigo ó Los culpables. La casa pierde se publicó originalmente en el año 2000 y se recupera ahora. Reúne diez historias protagonizadas por hombres que han dejado ya de ser jóvenes y se encuentran cara a cara con el fracaso y con un futuro repleto de soledad. Un boxeador inasequible al desaliento, un hombre enamorado de dos gemelas, un apostador que se finge ganador, un escritor usurpador… Perdedores gloriosos con sus propios códigos.
KEPA MURUA
Escribir la distancia (LUCES DE GÁLIBO) 225 páginas
Aparcado su oficio de editor y sin abandonar su incansable participación en todo tipo de proyectos literarios y culturales, Kepa Murua (Zarautz, 1962) lleva unos años dedicado a su otra profesión-pasión, la de poeta. Desde 1999 no ha dejado de publicar poemarios, casi uno por año, como Siempre conté diez y nunca apareciste, Cardiolemas, Poemas del caminante, El gato negro del amor… Son poemas en los que el autor habla de su mundo exterior e interior, del amor y del desamor, y de las palabras que a veces no son suficientes para expresar lo que queremos expresar: “¿Por qué las palabras que se dicen/ no son las pronunciadas/ en el interior de las cabezas?”. Quizás por eso Murua escriba poemas para entenderse a sí mismo, para que los demás le entendamos. Y es que “los ojos no alcanzan a ver/ todo lo que quieren”. Más cercano que nunca.
FREDERICA SAGOR MAAS
La escandalosa señorita Pilgrim (SEIX BARRAL) 393 páginas
Hija de emigrantes rusos, Frederica Sagor Maas vivió una vida larga e intensa. Nació en Nueva York en 1900 y murió en Los Ángeles el año pasado, a los 111 años de edad. Fue guionista en el Hollywood de los años dorados del cine mudo, mundo que abandonó en 1947, harta de que le robaran ideas y guiones. En 1999 publicó este libro, sus memorias. El libro habla de un mundo mítico de estrellas, actores y actrices, productores y directores, un mundo de oropel bajo el que se escondían juegos de poder, envidias y traiciones. Un mundo donde los mandamases eran hombres “analfabetos, sexistas, alcohólicos, trepas, mentirosos y tramposos”. Una pionera que plantó cara a los peces gordos y que vivió lo suficiente para ser testigo de todo tipo de escándalos. Una narración vibrante, ingeniosa y picante. “Una dulce venganza”.