La naturaleza exhibe una auténtica economía, y una auténtica sostenibilidad, todo el tiempo. Si nuestras economías se desarrollaran con la naturaleza como modelo, podríamos emplear la energía y los recursos de manera eficiente y sin generar residuos, y además crearíamos cientos de millones de puestos de trabajo. Los modelos ecosistémicos contienen la llave de la abundancia, así como los medios para distribuirla entre todos. Un sistema económico inspirado en los ecosistemas funcionaría con lo que ofrece el entorno local, como los recursos energéticos naturalmente renovables que ante todo expresan las leyes de la física. La física describe las leyes subyacentes de las que cada especie planetaria hace un uso dinámico. Esta visión es la vía hacia la sostenibilidad.
Así de sugerente es el enunciado básico de La economía azul de Gunter Pauli, un innovador empresario de origen belga.
En la obra podemos encontrar algunos ejemplos de cómo se puede y se ha llevado a la práctica esta concepción ecosistémica de la economía azul. Economía contrapuesta a la economía verde en la que para preservar el medio ambiente las empresas deben invertir más y los consumidores pagar más.
Se trata de convertir los desechos en recursos que muchas veces generan incluso la energía necesaria para su procesamiento y a veces más.
Así se consigue devolver la fertilidad a yermos campos de Sudamerica, donde al cabo de los años vuelve la lluvia y el frescor, junto con alimento y trabajo para las comunidades locales.
Se consigue autonomía económica para comunidades africanas, donde las aguas residuales se hace compostar junto con plantas locales obteniendo metano y abono. Este último se utiliza para la instalación de acuicultura. Pero no queda ahí la cosa, se aprovechan los despojos de matadero para atraer a las moscas, de cuyas larvas se extraen productos medicinales antes de servir de alimento para peces y codornices.
La economía azul es muy sugerente sobre el camino que la tecnología debería adoptar en los próximos años.
Llama la atención que no se haga mayor crítica del sistema capitalista actual e insista en que además de sostenibilidad, innovación y trabajo, hay negocio.
Tal vez el principio ecosistémico nos lleve por su propio funcionamiento y tras habernos imbuido de él, a un círculo virtuoso por el que logremos adoptar tecnologías y modos de vida sostenibles, lejos del gangrenado capitalismo actual.
Sobre las propuestas de futuro, es verdad que se predica mucho y el trigo que se da es relativamente escaso. Pero hay que reconocer que ilusiona comprobar las muestras del gran fruto que se obtiene al trabajar con la naturaleza, no contra la naturaleza como hasta ahora hemos hecho.
Jokin Aldazabal