El año pasado la editorial Impedimenta publicó la que está considerada como la novela cómica más perfecta de la literatura inglesa del siglo XX: La hija de Robert Poste. Escrita por Stella Gibbons, había permanecido inexplicablemente inédita en castellano. Recordemos –en su momento dimos buena cuenta de este lanzamiento – que este libro recreaba las vicisitudes de Flora Poste , una joven que al quedar huérfana decidió mudarse a Cold Comfort, la granja de unos parientes nada refinados. Bien, pues la misma editorial publica ahora Flora Poste y los artistas, una sátira sobre el “mundillo” artístico inglés que puede leerse con independencia del primer título. Dieciséis años después de haberse ido de aquella granja, Flora regresa para echar, de nuevo, una mano a sus parientes. Las cosas han cambiado mucho: Cold Comfort ha sido rehabilitada como un mueso decorado en falso estilo rústico y el Grupo de Expertos Internacionales se dispone a celebrar allí una conferencia. Entre los ilustres participantes, figura una delegación del Partido Revolucionario de Obreros Especializados, representantes del Movimiento Existencialista, exponentes del Arte Perecedero, un excéntrico sabio oriental y un ramillete heterogéneo de intelectuales a los que Gibbons retrata no con demasiado cariño.

En esta nueva aventura de Flora, nos encontramos de nuevo con situaciones descacharrantes, con nombres imposibles, con diálogos divertidísimos y con curiosos punto de vista que hacen que esta entrega nos desmerezca de la anterior. Hay, por supuesto, una intención crítica en esta caricatura de las elites intelectuales empeñadas en pasmar a quien se les ponga por delante pero incapaces de plantearse la utilidad de lo que hacen. Sin embargo, Flora Poste y los artistas es, sobre todo, una novela alegre con cuya lectura resulta imposible no sucumbir al enorme placer que concede siempre, generosa, la risa.

Txani Rodríguez