Manuel Jabois o el divertido arte de escribir artículos

Irse a Madrid y otras columnas (Pepitas de Calabaza) reúne una selección de textos de Manuel Jabois, publicados en Diario de Pontevedra, El Progreso y el blog de la revista digital FronteraD, que sus numerosos seguidores disfrutarán y que permitirá que otros lectores conozcan a este periodista gallego, artífice de Apuntes en sucio, una visitadísima página web.

A los veinticinco años, ganó el Premio Nacional de Periodismo Julio Camba y la verdad es que su estilo nos recuerda al del célebre autor de Vilanova de Arousa, aunque el propio Jabois nombra, además, otra influencia muy notable: “Yo me hice periodista porque no queda otra — cuenta en el prólogo al libro—, y durante las últimas semanas de 1998 me iba a la biblioteca de San Xenxo a leer prensa local y aprender el oficio de corresponsal de pueblo, que yo creLIBRO.Irse a Madridía hereditario, como el de relojero. Había llegado por mi abuelo, a quien habían encargado buscar un sustituto a razón de 50.000 pesetas al mes”. “Cuando ahora -añade- alguien me pregunta si esa mirada mía procede de algún autor famoso a quien yo haya leído de paso, procuro contestar intachable que la mirada me vino en la genética como a otros el rubio del pelo, y que esa mirada es la que mi abuelo tenía hacia las cosas, una mirada entre sobrepasada y terriblemente cínica”. Efectivamente, podemos emplear esos dos calificativos en este Irse a Madrid. Donde encontramos las crónicas, algunas disparatadas de un periodista apasionado de su profesión que se aparta de los temas convencionales y la actualidad para dar cuenta de una reunión de vecinos o de otra de empresarios de locales de alterne, de la llegada a Pontevedra del circo de Ángel Cristo o de algún viejo profesor. Todo le vale a Jabois: el licor de orujo, el chándal de Fidel Castro, las cuestas de Vigo y hasta su barriga. Su tono de extrañamiento y su capacidad humorística, hacen que, poco a poco, vayamos imaginándonos a un periodista a menudo brillante, a veces algo desorientado, mujeriego, noctámbulo, pero muy tranquilo, al que la vida y sus cosas se le ponen por delante de manera un tanto insidiosa. “Se pueden ser muchas cosas en la vida — relata en una columna en la que se descubre de repente como un asunto a abordar en una reunión de su comunidad— y yo he sido unas cuantas, todas ellas discretas, pintorescas y municipales como jurado de un concurso de tortilla de patatas en el Instituto de Hostelería Carlos Oroza. Con lo que no había contado nunca es con ser punto del orden del día. Esa ambición la tenía yo aparcada. La sensación no era ni de éxito ni de fracaso, como cuando te dan la plaza de notario en un ayuntamiento del Bajo Aragón”. Provisto de un tono cercano a la autoparodia — “hablar de mi es un tema que me tiene fascinado”— y con un talento extraordinario para hacer literatura como quien no quiere la cosa, Manuel Jabois convierte la anécdota en algo trascendental, lo oficial en anecdótico, el personaje en persona y esta compilación de columnas en una crónica contemporánea tan lúcida como descacharrante.

Txani Rodríguez

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