A los veintitantos, el ahora célebre escritor Justin Halpern recorría cada fin de semana los 202 kilómetros que separan Los Ángeles de San Diego para encontrarse con su novia. Tras mucho ir y venir, encuentra un trabajo en la ciudad de sus peregrinaciones, pero tras darle la buena noticia a su novia resulta que a ella no le pareció tan buena y, dicho, de alguna manera, le da un portazo. Es entonces cuando Justin se encuentra sin casa y sin su antiguo trabajo, dos circunstancias que le obligan a volver a casa de sus padres. Allí, lo fundamental sigue como siempre pero hay algo que ha cambiado: ahora su padre, un médico especializado en el sector nuclear, está jubilado.  Este hecho hace que los roces se multipliquen. El padre de Justin es un hombre autoritario, bastante borde, cáustico…, de rompe y rasga, vaya. Tanto es así que un día el joven decide crear un perfil en twitter e ir colgando allí las salidas o los exabruptos de su padre. Perlas del tipo “Oye, no quiero coartar tu creatividad, pero eso que has construido con el Lego es una mierda”. Al principio, claro, recibe pocas visitas pero la cosa cambia pronto y alcanza los dos millones de seguidores. El éxito es de tal magnitud que los twitts se convierten en libro y en sitcom emitida en Estados Unidos por la CBS. Cuando Justin Halpern es consciente de la repercusión de sus escritos en twitter le explica a su padre lo sucedido, y sorprendentemente el médico le responde que haga lo que le de la gana, y que solo le va a imponer dos reglas: que no va a hablar con nadie y que se quede con todos los beneficios del libro. ”Tengo mi propio dinero. No necesito el tuyo”, le dice.

Con esos mimbres, el autor norteamericano construye una biografía fragmentada que encierra algunos buenos golpes y algo de filosofía popular. Borderías y ternura, por tanto, en este libro que Alberdania ha publicado ahora, traducido por Uxue Alberdi, bajo el título Aitaren pitokeriak. Un nuevo ejemplo para ilustrar aquello de que “no hay mal que por bien no venga”.

Txani Rodríguez