Sagor Maas y el inmisericorde Hollywood dorado

Erase una vez un país multicolor llamado Hollywood en el que florecían las historias maravillosas protagonizadas por gente guapa, aunque para lograr su objetivo de felicidad a veces debían atravesar un auténtico infierno. Pero con determinación, trabajo, honradez y altura de miras, los protagonistas de estas historias siempre alcanzaban la felicidad. Y se reían mucho y eran elegantes. Y cuando salían de la pantalla se seguían riendo y seguían siendo elegantes e incluso se casaban como sus personajes. Y el mundo les admiraba, les sigue admirando. Por detrás, claro, la realidad. Un mundo de explotación, de privilegios para algunos, de menosprecio para muchos. Un mundo de mucho dinero en manos de unos pocos. Vamos, la representación de la vida en un microclima artístico del que salieron varias obras maestras del cine y, sobre todo, una gran cantidad de peLIBRO.La escandalosa señorita Pilgrimlículas que marcaron el desarrollo de este arte.

Frederica Sagor Maas estuvo allí casi desde el principio, porque en 1.923, ella que había nacido con el comienzo del siglo, ya trabajaba en los diferentes departamentos de las productoras, principalmente en labores de localización de argumentos, en la negociación de los derechos y en la creación de guiones una vez que había aprendido la mecánica cinematográfica, vamos que sabía que es lo que quería el público y los productores estaban dispuestos a darle sin descanso. Y tuvo que sufrir las maniobras de los jefes y las envidias de sus compañeros y el afán trepador de unos cuantos arribistas, una especie muy extendida en ese mundo. Y creó historias, escribió guiones y algunos le fueron rechazados y otros admitidos, y algunos cambiados y otros más firmados por otros. Incluso acepta aquí que también ella fue favorecida en alguna ocasión por este curioso sistema.

Es duro trabajar en el cine y parece que lo era mas entonces, cuando el cine mudo y primeros tiempos del sonoro. Pero Frederica apenas se queja, se ve que o bien había sido acostumbrada a la escasez durante su infancia o conocía muy bien las características de la fauna con la que le toco lidiar porque da la sensación de que aceptaba algunas barbaridades como algo muy natural. Cuenta Frederica sus primeros años en el primer capítulo de manera encantadora, casi como una niña retrataría a sus familiares, a las gentes de su barrio y a los novios de sus hermanas, por ejemplo, para pasar al asunto que le interesaba rápidamente. Así que se va al cine, trabaja, es razonablemente discreta con sus asuntos amorosos, critica algunos detalles de algunas personas, pero en general trata bien a casi todos, se le escapa alguna maldad sobre algunos conocidos actores, cineastas y directivos de la industria, casi todas inocentes. Y se enfada, progresivamente, conforme empieza a pasar dificultades económicas en los primeros años de su matrimonio cuando ni ella ni su marido podían colocar sus trabajos y, cuando lo hacían, les eran arrebatados y nunca recibían dinero por ellos. La escandalosa señorita Pilgrim es la última película en la que intervino. Después dijo adiós a Hollywood y en su poético último capítulo Frederica cuenta el resto de su vida hasta los noventa y nueve años que es la edad a la que se puso a contar su historia. Luego ella viviría hasta el año pasado, hasta los ciento once años.

La escandalosa señorita Pilgrim es una novela deliciosa, escrita con serenidad y encanto y que cuenta unos hechos no por cotidianos menos terribles, ese mundo que se esconde tras el brillo de las luces de las películas que tanto amamos y que tanto nos influencian todavía.

Félix Linares

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