Tiempo muerto (Historias de escritores un poco raros) es una lectura deliciosa. Su autor José Fernández de la Sota define este trabajo como “una gavilla de fragmentos biográficos de escritores, algunos mundialmente conocidos y otros ampliamente ignorados.” “Historias de escritores, eso sí un poco raros. Pero, ¿cómo alguien que dedica su vida a la escritura puede considerarse plenamente normal?”, concluye el poeta bilbaíno. La lectura de Tiempo muerto resulta muy entretenida y nos permite descubrir, por ejemplo, que para Lewis Carroll el paraíso era un río que discurre bajo el sol de una tarde de julio. El libro nos lleva también a otro paraíso, el segoviano, donde nos reencontramos con unos jóvenes Ángel González, Jaime Gil de Biedma y Juan Marsé, disfrutando, como dirían, del último verano de su juventud.  En Tiempo muerto descubrimos que Juan Rulfo trabajó  como agente de ventas de la marca de neumáticos Goodrich Euskady o que a Ionesco le encantaba echar la siesta. Son muchas las semblanzas y enorme el interés de esta lectura. Fernández de la Sota demuestra una gran habilidad en trasladar al lector justo al momento seleccionado. Un par de líneas bastan para estar a los pies de la cama de Onetti o en una habitación de Génova junto a Paul Valéry. El autor de Todos los santos ha escrito estos perfiles con eficacia y con un estilo impecable.

Pero Tiempo muerto cuenta además con las ilustraciones de Pablo Gallo. Este pintor gallego afincado en Bilbao está desarrollando una interesantísima carrera, a menudo entrelazada con la literatura.  En esta ocasión, sus retratos en blanco y negro, llenos de vivacidad, son el complemento perfecto para las semblanzas de Fernández de la Sota. Cabe señalar que este conjunto de biografías inaugura la colección de ensayo de la editorial El Gallo de Oro, dirigida por Beñat Arginzoniz y Juan Manuel Uría. Justo es aplaudir la cuidada edición de este libro tan recomendable.

Txani Rodríguez