El tocho. Flaubert educando a los jóvenes

El 15 de setiembre de 1840, a eso de las seis de la mañana, el Ville-de-Alontereau, próximo a partir, lanzaba grandes torbellinos de humo en el muelle de Saint-Bernard. La gente llegaba jadeando; los toneles, las maromas, las cestas de ropa blanca entorpecían la circulación; los marineros no respondían a nadie; tropezaban unos con otros; los fardos se amontonaban entre los dos cabrestantes, y el alboroto se absorbía en el zumbido del vapor que, escapándose por las chapas de hierro batido, envolvía todo en una nube blanquecina, mientras la campana de proa sonaba continuamente. Por fin el barco zarpó, y las dos riberas, pobladas de almacenes, astilleros y fábricas, desfilaron como dos anchas cintas que se desenrollan.

LIBRO.La educación sentimentalAsí comienza La educación sentimental, de Gustave Flaubert.

Traemos hoy a esta sección de clásicos una de las cumbres del realismo literario publicada por Flaubert en 1869, tras cinco años de intenso trabajo del autor. Si su otra gran obra, Madame Bovary, supuso un gran escándalo ante la opinión pública, por tratar un tema tan escabroso para la época como el del amor adulterino, “La educación sentimental” es, en contraste, la historia de un amor platónico prolongado durante más de un cuarto de siglo entre los dos protagonistas del relato: Frederic Moreau y Marie Arnoux. Frederic es un joven provinciano que llega a París para recibir una educación profesional estudiando derecho, sin imaginar que lo que recibirá en realidad es una educación sentimental. Al inicio de la novela conoce a una mujer mayor que él, Marie Arnoux, esposa de un popular empresario, de la que se enamora casi de inmediato. Pronto descubre la imposibilidad de que Marie sea su amante, lo que le impulsa a relacionarse con otras mujeres, que no llenan su vacío, y a conocer a toda una galería de personajes, tanto burgueses como proletarios, más de 50 en total; amplio telón de fondo para un relato que, más que un mero recuento de desengaños pasionales, intentó ser, en palabras de Flaubert, “la historia moral de su generación”. Una generación fracasada, en el amor como le ocurre a Frederic, o en sus ambiciones políticas como le sucede a su íntimo amigo Deslauriers, entre otros personajes. Y es sobre todo en este aspecto, como testimonio de una época convulsa y de los tipos humanos que la transitaron, en el que la novela alcanza un valor incalculable. Todo el agitado marco social de la revolución democrática de 1848 y su posterior traición, con el golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte y el advenimiento del 2º imperio, están descritos de forma espléndida, aunque a veces la objetividad de Flaubert pueda resultar fría y un tanto sarcástica.

La educación sentimental fue la obra más apreciada por los jóvenes escritores naturalistas, que aspiraban a crear un realismo científico. Zola, por ejemplo, llegó a afirmar de ella que “es la única novela verdaderamente histórica que conozco, la única verídica,… en la que la resurrección de las horas muertas es absoluta, sin el menor trucaje literario”. Añádanle a eso la posibilidad de vivir una de las más bellas historias de amor jamás escritas, hecha de pura ilusión y nostalgia como corresponde a las pasiones nunca consumadas. Tendrán como resultado un clásico intemporal, cuyo lectura les recomiendo encarecidamente.

Javier Aspiazu

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