El oscuro invierno (Siruela) es la primera novela negra que se publica entre nosotros del británico David Mark (Carlisle, 1977), un reportero que ha trabajo siete años en el campo de los sucesos. Y se le nota, porque se mueve como pez en el agua en los procedimientos policiales y en los ritmos de las investigaciones criminales. Se nota además que controla como pocos el funcionamiento interno de Scotland Yard y de sus comisarÃas en pequeñas ciudades.
La novela nos narra el primer caso del sargento Aector McEvoy, un policÃa escocés de aspecto imponente, que trabaja en la región inglesa de Yorkshire y que no tiene buena prensa entre sus compañeros. Porque todos saben que el sargento fue trasladado de otra comisaria tras denunciar a jefes y compañeros corruptos. Solo su jefa, la responsable de la Unidad de Delitos Graves de Hall, Trish Pharaoh, valora su integridad, su capacidad de trabajo y su mente analÃtica, muy superior a los de compañeros de su propio rango e incluso a la de mayorÃa de los inspectores. En estas estamos cuando comienza a producirse en la comarca una serie de muertes sin ninguna relación aparente. Pero cuando McEvoy comienza a investigar, por propia iniciativa, descubre un patrón: las muertes son asesinatos y las vÃctimas habÃan escapado previamente a una tragedia que se cebó con sus familiares más cercanos. Lo más curioso de la novela es que el protagonista no es el responsable directo de las investigaciones, sino un subalterno que tiene que soportar las directrices de personas con menos talento que él. Tiene que enfrentarse por tanto a los recovecos de la investigación y a la inoperancia de sus superiores.
David Mark enhebra muy bien todas las partes de la historia y sabe repartir los ritmos de la narración entre la investigación del caso, los avatares de la comisarÃa y la vida personas del sargento que es muy peculiar (está casado con una joven gitana a la que salvó de una agresión racista). La serie ha tenido tanto éxito en el Reino Unido, que ya se ha publicado una segunda entrega con las aventuras de McEvoy. Auguro que no tardará mucho en llegarnos.
Enrique MartÃn