Regresando al universo Mankell-Wallander

Hasta que no vuelves a leerle no caes en la cuenta de lo buen escritor que es el sueco Henning Mankell (Estocolmo, 1948). El creador del inspector Kurt Wallander pasa por ser un buen urdidor de tramas policiacas, que además sabe retratar con mucha profundidad a sus personajes, sobre todo a los principales. Pero nos olvidamos de lo extraordinariamente bien que sabe mantener la tensión narrativa, de lo hábil que es para introducir en las historias todo tipo de debates sociales y morales y de lo magistralmente que retrata las fallas de los sistemas democráticos. Además es un hombre preocupado por el destino de los más débiles como ha demostrado una y otra vez en las historias de Wallander y en sus denominadas “novelas africanas”.

Hasta hoy creíamos que la serie criminal del inspector Wallander, ya concluida, constaba de nueve novelas y un libro de relatos, pero para nuestro placer no ha sido así. Porque hace unos años Mankell publicó, tan solo en holandés, una novela breve de WLIBRO.Huesos en el jardínallander. Huesos en el jardín es esa novela, que ahora se ha publicado en castellano y que cronológicamente se sitúa entre las dos últimas de la serie Cortafuegos y El hombre inquieto.

En la novela encontramos a un Wallander veterano y cansado, que quiere comprarse una casa en el campo para retirarse y así poder pasar el testigo a su hija Linda, también policía, que vive en su casa y trabaja en su misma comisaría. Su compañero Martinson, que ya no es el policía novato de las primeras novelas, le convence para que vaya a ver la granja en venta de un familiar. El lugar gusta al inspector, pero hay un problema: Wallander se encuentra con un cadáver enterrado en el jardín, donde pronto aparecerá otro cadáver más. Las pesquisas policiales llevarán a los investigadores al pasado, al año 1944 en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Suecia es un país de paso para miles de personas que huyen de la tragedia, las bombas y la persecución.

Mankell en tan solo 158 páginas arma una historia repleta de recovecos en la que nada es lo que parece y en la que la investigación se topa con varios callejones sin salida hasta llegar a una resolución sorprendente y sin embargo nada efectista, muy “marca de la casa”. Una historia de inocentes aprovechados y culpables desgraciados, de violencia gratuita, de noches sin dormir, de parones en la investigación, de acelerones adrenalíticos, de misterios aparentemente irresolubles que se diluyen como azucarillos en el café. Una novela de prosa irreprochable que podría ser utilizada en un curso de escritura creativa para demostrar que para brillar hay que pulir el lenguaje y dejarlo en su expresión más rica y desnuda.

A no perderse el posfacio de Henning Mankell en el que el escritor sueco cuenta cómo surgió la figura de Wallander y sus diferentes historias, y en el que deja claro que no habrá más historias del inspector. Solo nos queda el vago apunte de que Linda Wallander podría protagonizar otra novela como ya hiciera en Antes de que hiele. Quizá entonces podamos ver a Kurt, aunque solo sea como figurante con frase. Sería un consuelo. ¡Larga vida a Henning Mankell!

Enrique Martín

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