Sillitoe, el corredor de fondo, se confiesa

Alan Sillitoe nació en Nottingham en 1928. Creció en el seno de una familia de clase obrera y llegó a ser uno de los autores más importante de su generación, la de los “angry young men”. Escribió más de cincuenta obras pero sus dos trabajos más destacables son Sábado por la noche y domingo por la mañana y La soledad del corredor de fondo. Ambos libros representan puntos de inflexión en la narrativa inglesa de posguerra y en el campo de la literatura obrera. Murió en Londres en 2010. Bien, pero ahora retrocedamos. Como decíamos este escritor creció en Nottingham, una zona industrial y minera. El ambiente de su casa era casi insoportable, con un padre que casi nunca trabajaba, que bebía, que pegaba a su madre, y a veces a sus hijos. Sillitoe pasó frío y hambre de pequeño. Todo escaseaba. Y cuando él era un adolescente, estalló la Segunda Guerra Mundial. Empezó pronto a trabajar en fábricas. Él lo cuenta: la economía de guerra le fue bien. Durante un tiempo, fabricó piezas para aviones y comenzó a madurar la idea de ser aviador de laLIBRO.La vida sin armadurass Fuerzas Armadas. Obstinado, decía que en su naturaleza no contemplaba la idea de vivir sin metas: logró su anhelo y terminó como radiotelegrafista en Malasia. Es allí donde durante una noche escribe sus primeros versos. Aunque ya le habíamos visto trastear en una librería de Nottingham, afanarse con los mapas, y leer con voracidad hay un acontecimiento biográfico que le revela su condición de autor hasta entonces larvada: la enfermedad. Le diagnostican tuberculosis, le declaran no apto para el servicio que prestaba y le asignan una pensión. Durante su convalecencia devorará libros y dará forma a su primer relato y ya no dejará nunca de escribir ni de tratar de publicar ni de, así mismo acumular rechazos de revistas y editoriales. “Escribía –apuntó- por el hecho de escribir. No tenía otro objetivo que fuera que me publicaran: convencerme a mí mismo de que era un escritor, lo que no era muy difícil puesto que no podría ser ninguna otra cosa, y seguir hasta que mis lectores pensaran lo mismo”.

Estaba ya embebido de literatura cuando una tarde del otoño de 1950 conoció en una librería a la que sería su compañera para el resto de su vida: la poeta Ruth Fainlight. Ella era norteamericana y había viajado a Nottingham con su marido, pero se enamoraron, empezaron a verse con toda la frecuencia que les era posible y se unieron para siempre. A ella le dedica las primeras palabras de amor que leemos este libro: “Mi existencia no tenía sentido sin Ruth; incluso las alegres tardes en casa de los Henderson me parecían desoladoras”. Con Ruth, Sillitoe viajó a Francia y, mientras ella solventaba el asunto del divorcio, el escritor viajó a Mallorca, donde conoció a Robert Graves, quien le daría un consejo fundamental: que escribiera sobre Nottingham. En 1958 publicó su novela Sábado por la noche y domingo por la mañana y conoció el éxito.

Esta autobiografía, La vida sin armaduras, es un relato íntimo, absolutamente personal, minucioso, recreado con precisión, que trasciende sin duda la persona de Sillitoe para reflejar también toda una época. Es un libro tan delicioso que se lee con la fruición que desatan las mejores novelas.

Txani Rodríguez

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