El México de los años 30 bajo la lupa de Patrick Deville

Vengan con nosotros a Méjico en el año treinta y siete del siglo pasado, una época emocionante, repleta de acontecimientos históricos, con personalidades arrebatadoras en sus momentos cumbre. Tenemos a Leon Trotsky llegando a un país donde encontrará la muerte poco después, que es recibido por Diego Rivera y Frida Kahlo. Por allí deben andar Tina Modotti, André Breton, Antonin Artaud, Augusto Cesar Sandino, Arthur Cravan, B. Traven, Malcolm Lowry… un momento, esto no acaba de encajar. Es cierto que toda esta buena gente pasó por Méjico, pero no necesariamente en el año 37. Que la realidad no nos estropee la novela. Patrick Deville, el escritor francés que nos deslumbró con Peste y cólera, que siguió su aventura literaria al parecer prevista en diez volúmenes, con Ecuatoria, tiene algunos escritos anteriores, llega aquí al tercer peldaño de su escalera utilizando la historia para hacer un gigantesco monumento a la literatura.Prueba_viva.indd

Para dejar las cosas claras, para que sepamos que, después de todo, este es un ejercicio de auto ficción, por ahí se coloca él mismo, aunque su tiempo no sea el de sus protagonistas, para ayudarse a contar todo lo que le interesa. Y lo hace fantásticamente. Que el asunto resulta algo forzado, de acuerdo, pero en un tiempo en que los escritores han optado por la comodidad, perdón por la libertad, a la hora de comportarse, el trabajo de Deville nos parece superlativo, porque, después de todo, aquí hace una serie de interpretaciones exclusivamente personales sobre unos hechos que él elije. Pondré un ejemplo: cita varias veces la adaptación cinematográfica de John Huston de la novela de Traven El tesoro de Sierra Madre y ni menciona la que el mismo director hizo Bajo el volcán de Lowry siendo esta novela una de las claves de Viva. Pero el autor es soberano, claro, solo destaco una aparente incongruencia y, uno de los indicadores de que, a pesar de que lo que se cuenta, por fantástico que parezca, es cierto, las interpretaciones pertenecen exclusivamente al autor. Vamos, lo que siempre ha venido haciendo el cine estadounidense, por mencionar.

He disfrutado de esta novela de Deville, como de las anteriores, pero hay que tener en cuenta que estamos ante una novela repleta de artistas viviendo su vida, haciendo cosas extraordinarias con elementos fascinantes y muy literarios, muchos de ellos románticos, casi todos sobrehumanos: la pelea de Lowry con su novela, la de Traven con su identidad, la de Trotsky con sus enemigos, la de Breton con sus ideas, la de Kahlo con su enfermedad, la de Rivera con Khalo. Y todo ello muy bien contado, con la medida perfecta, con las palabras adecuadas, con un ritmo intenso, con una creatividad desatada. Si no son muy mitómanos, igual no les interesa mucho, pero yo de ustedes lo intentaría porque por ahí van las cosas ahora mismo en la literatura y, les aseguro, que Patrick Deville es el mejor en lo que hace. Y lo que hace es muy agradable.

Félix Linares

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