Estábamos en el hall de la estación central de Chicago, sentados en uno de esos largos bancos de madera, cerca de las escaleras donde se rodara la famosa escena de Los intocables de Elliot Ness. Aquella cara me resultó conocida y lo comenté con mi mujer.
– ¿Has visto a ese tipo de enfrente? Es igual que uno de los delincuentes que buscaban por la tele.
Era verdad. Por la mañana nos habÃamos reÃdo con aquellos rostros patibularios que se sucedÃan en un canal local en busca de colaboración ciudadana: ladrones, pederastas, estafadores, narcos de poca monta, secuestradores exprés… Aquel hombre desapareció de nuestra vista como si se hubiese volatizado, y nosotros pasamos a hablar de los planes turÃsticos para las siguientes horas. Hasta que de pronto nos dimos cuenta.
– La niña, ¿dónde está la niña?
Roberto Moso
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