Epopeya y religión en Estados Unidos, según E.L. Doctorow

Edgar Lawrence Doctorow es un autor que ha levantado su bibliografía recorriendo la historia de Estados Unidos. Su primera novela fue un western, su obra mas famosa, Ragtime, recorre los primeros diecisiete años del siglo XX en la ciudad de Nueva York, y otros títulos famosos como Billy Bathgate, El libro de Daniel y La larga marcha se sitúan en los años treinta de la gran depresión, en los años cincuenta con la paranoia anticomunista y en un episodio de la guerra civil respectivamente. Pero a Doctorow le gusta salir de su línea en ocasiones y escribir una novela con ecos de la literatura fantástica, desde Poe a Wells, como es The Waterworks o ensayos políticos muy apreciados por su rigor y su afilado análisis. En uno de esos momentos le encontró el cambio de siglo, hace diez años, y es entonces cuando escribió LIBRO.Ciudad de DiosCiudad de Dios (efectivamente, la novela y película brasileña del mismo título son posteriores) un escrito sobre la religión y la ciencia montado como si de varias novelas se tratara. La disculpa la da un robo, es difícil que los americanos se libren de utilizar como motivo de cualquier acción un delito, el de una cruz en una iglesia católica que después aparecerá en una sinagoga. Es solo el medio para que Doctorow nos presente a sus protagonistas, a algunos de ellos, que vivirán historias de amor y de muerte acompañados por narraciones laterales que van tomando diferentes formas mientras suenan canciones, se leen poemas, se cuentan otras historias en un enorme fresco que permite al autor manifestarse, como ya había hecho en Vida de los poetas, a través de otro artificio. Si allí se preguntaba por su situación de autor famoso llegado a los cincuenta años y por el camino a seguir, aquí se interroga por su conciencia religiosa en un mundo que ya no necesita a Dios porque la ciencia lo explica todo de manera mas satisfactoria. La respuesta es bastante desoladora porque los personajes andan buscando sustitutivos a la presencia divina que todo lo disculpa y aunque los encuentran, ninguna logra ser totalmente satisfactorio. Así que se trata de conformarse con lo que hay, pero Doctorow no es un autor complaciente y se revuelve ante esta posibilidad. Y busca y agota posibilidades y abre nuevas expectativas, pero no acaba de conseguir su objetivo. También debemos tener en cuenta que esta es la novela de un autor que tiene un pasado con algún tipo de relación religiosa. Posiblemente estas reflexiones serían impensables en alguien mas joven a no ser que estuviera mas cerca del integrismo. Doctorow parece haberse caído del caballo en el camino de la ciencia y a ella encomienda el arreglo de este mundo difícil donde todavía quedan posibilidades para alcanzar la libertad e, incluso, la felicidad. Pero son escasas. Esta es una novela muy potente llena de situaciones intensas que quizá se desvirtúa algo porque el autor debe atender a demasiadas líneas narrativas lo que, a veces, resulta irritante para el lector sumergido en una historia que no desea abandonar. Es, también, un brillante ejercicio de literatura. Y una profunda reflexión sobre el ser humano. ¿Se puede pedir mas? Seguramente unas buenas verdades, pero ¿qué escritor que se precie se permitiría semejante crimen de lesa literatura? No desde luego Doctorow. Por cierto acaba de publicarse en castellano su última novela Homer y Langley. Tendrán noticias de ella.

Félix Linares

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