Hace años, diez exactamente, Ricardo Piglia pasó de ser un completo desconocido entre nosotros a convertirse en una estrella literaria. HabÃa motivo para lo segundo, pero lo primero, que no se hubiera publicado antes, es uno de esos misterios literarios que tanto abundan en nuestro mercado. Piglia es argentino y lleva cuarenta años creando escritos que mezclan la ficción con el ensayo para reflexionar sobre el mundo actual y sobre la literatura. A raÃz del éxito de la pelÃcula Plata quemada, basada en su novela del mismo tÃtulo, Piglia no solo comenzó a ser conocido, sino que consiguió un grupo numéricamente adecuado de lectores para que sus libros se publiquen puntualmente e, incluso, se recuperen los anteriores. Y es también Plata quemada el tÃtulo que le sirve al autor para dar un giro a su literatura acercándose a los géneros sin abandonar su ambición literaria. Blanco nocturno (Anagrama) es una novela negra. Y es, naturalmente, un montón de cosas mas. Desde el punto de vista canónico de la literatura policÃaca Blanco nocturno tiene todo lo necesario: un cadáver, un policÃa extravagante, varios polÃticos, un periodista, mucho dinero y un micromundo, el de una familia con posibles en un pueblecito argentino, al que ha ido a parar el tipo asesinado: un estadounidense de origen puertorriqueño y piel negra, lo que le convierte, al mismo tiempo, en miembro de una casta superior, por su nacionalidad, y componente de una raza inferior, por su color. Y, además, parece haber seducido a las dos hijas del rico de la zona. Es un candidato perfecto para aparecer muerto. Naturalmente hay mas personas y mas asuntos implicados en la solución del misterio. Piglia escribe siguiendo el canon de la investigación tras unos primeros capÃtulos en los que mezcla la historia del muerto y sus hazañas sentimentales con los hechos que se van produciendo en el lugar donde encontrará la muerte. Y asÃ, utilizando un genero ya bastante usado, Ricardo Piglia nos habla de la historia de su paÃs, de ciertos usos y costumbres, de la práctica de la polÃtica, de las relaciones familiares, de las diferencias entre lo que se dice y la realidad, de las malas prácticas para conseguir los objetivos, de la locura y de la reclusión, porque hay mucha gente aislada en esta novela. Y de muchas cosas mas. Se le ve suelto a Piglia, sabe mantener el interés del lector por la investigación y por la colección de seres humanos que dibuja, por sus reflexiones y las intuidas verdades que muestra. Y es divertido. No siempre, pero sà cuando merece la pena. Utiliza para ello a un personaje que ya ha aparecido en otras obras del autor, Emilio Renzi, un periodista poco entusiasta que trata de sobrevivir y de entender lo que pasa. Todo esto que hemos comentado afecta a la primera parte de la novela. Cuando comienza la segunda, trascurridos ya dos tercios de la narración, el tono cambia. El protagonismo pasa a Luca Belladona, un personaje que reflexiona y dicta a su secretario lo que se le ocurre mientras trata de levantar una industria imposible y se ve abocado a tremendos problemas morales. Quizá esta parte sea menos brillante pero es mas contundente, abandona el encanto de la prosa juguetona del comienzo y se instala en el territorio del informe. Ricardo Piglia ha vuelto a escribir una excelente novela, que satisface en diferentes niveles a los lectores. Busques lo que busques en un libro seguramente lo encontrarás en este. Y, sin duda, unas cuantas horas de lectura satisfactoria, inteligente y aguda.
Félix Linares