Miguel Sánchez-Ostiz (Iruña, 1950) casi todo lo hace bien. Ha publicado novelas, libros de poemas, crónicas de viaje, ensayos biográficos y literarios y ha escrito multitud de artículos periodísticos. Por destacar algunos libros en su amplia producción, podríamos citar Las pirañas, No existe tal lugar, En Bayona, bajos los porches, Cuaderno boliviano y Cornejas de Budapest. También es un consumado escritor de diarios donde desmenuza su vida, sus lecturas y el mundo que le rodea. Lo hace apasionadamente, como es él, y sin pelos en la lengua.
Idas y venidas (Pamiela) recoge sus reflexiones de los años 2009 y 2010 y es una continuación de su anterior entrega Vivir de buena gana. Como su titula indica hay muchos viajes en esta entrega. Un constante deambular gozoso donde la mirada curiosa y culta de Sánchez-Ostiz nos descubre aspectos sorprendentes de la realidad. Descubrimos Dublín, sus rincones, sus escritores y sus gentes. Nos asomamos a la vieja Pamplona, a la de los recuerdos de niñez, y paseamos por Bilbao, Donostia, Madrid y Baiona. Pasamos largas estancias en el valle de Baztán, donde el escritor tiene una casa, y descubrimos sus historias secretas, sus paisajes asombrosos, su tradición fronteriza. Volvemos la vista atrás gracias al nombre de una calle, al recuerdo de una muerte. Nos asaltan los retos de la memoria histórica y los flases ensangrentados de una guerra inmisericorde y de una posguerra salvaje: “recordemos a las víctimas, pero también pongamos nombre a los verdugos”, viene a decir el autor. Y también asoma la realidad: el final de ETA, el estallido de la crisis económica, la llegada de los inmigrantes (los nuevos ciudadanos). Y como no sus escritores, sus comentarios entusiásticos sobre Baroja, Stevenson, Quignard… Un libro repleto de vida vivida y de gran literatura. Como diría Sherlock Holmes: “Literatura, Watson, literatura”.
Enrique Martín
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