Leif GW Persson: la negra Suecia tras la caída del estado del bienestar

Conocimos a Persson hace años con la trilogía del declive del estado del bienestar que contaba las investigaciones sobre el asesinato de Olof Palme, y a su detective Bäckström cuando el pasado otoño se publicó su novela Linda, como en el asesinato de Linda. Era aquella una novela gruesa, más de quinientas páginas, donde se detallaba hasta la extenuación la investigación del asesinato de una mujer a cargo de una multitud de policías, entre los que destaca el comisario Bäckström, pero solo un poco. Persson siempre ha estado en contacto con los ambientes que describe y como se conoce los métodos ha decidido contarlos todos. Y así la novela avanza entre días en los que nada ocurre, conversaciones entre policías que no tienen ni gracia, ni nuevos datos, interrogatorios repetidos a unos sospechosos que parecen empeñados en mostrarse culpables y las opiniones del jefe de las fuerzas del orden, que es el típico policía maduro, borracho, desagradable, machista y cobarde, cuyas opiniones políticamente incorrectas aparecen en off mientras sus palabras dicen a veces lo contrario. LIBRO.Quien mate al dragónLa novela no despertó demasiados entusiasmos, al contrario que la trilogía anterior, y se cuenta de personas que no llegaron a terminarla. Por eso sorprende que la editorial Grijalbo se haya decidido a publicar una segunda novela de la serie apenas tres meses después de la primera. Y surge la sorpresa porque Persson parece haber aprendido bastante entre la escritura de una y otra. De entrada elimina a la mayor parte de los personajes de Linda, como en el asesinato de Linda y los cambia por otros mucho más atractivos para el lector al tiempo que deja la nomina más reducida. Después compone una novela mucho más breve, ésta apenas pasa de las  cuatrocientas páginas. En tercer lugar añade más historias, mas ritmo, algo más de violencia, analiza mejor la sociedad, aunque quizá repite demasiado la figura del detective inmigrante. Y aunque la primera parte del relato tiene muchos puntos en común con la anterior, lo cierto es que a partir de la mitad el tono cambia, la velocidad aumenta y los sucesos abundan. Bäckström, que en la primera novela se muestra como un investigador del montón al que se le aparecen por casualidad los datos que le llevan a la solución del crimen, es algo más activo en esta ocasión. Sigue siendo un bárbaro, pero es menos redundante que en su primera aventura. Además le han prohibido el alcohol y los alimentos peligrosos para la salud, todo lo que le definía en su encarnación anterior, así que está enfadado. Y además es un resentido porque sabe que sus jefes no le tragan y que sus compañeros tampoco le consideran el empleado del mes. Sus nuevos compañeros son más interesantes que los anteriores y la investigación, igual de detallada, es mucho más amena. En contra de esta novela trabajan algunos tópicos y a su favor la comparación con la anterior. Si se están preguntando si se puede leer esta novela sin haberlo hecho con la anterior, les diré que sí, porque incluso algunos personajes vienen de la trilogía y sus relaciones no alteran la comprensión de este texto. Lamentamos, en cambio, no haber entendido el autentico significado de algunos diálogos, supongo que por desidia del traductor que no se ha molestado en desentrañar algunas frases hechas. Pero, oigan, me lo he pasado bien leyendo Quien mate al dragón y ahora mismo estoy dispuesto a leer las siguientes obras de Persson y más considerando que ha dado un salto de gigante entre una novela y otra.

Félix Linares

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