Lecturas de fin de semana. Tomeo, socarrón, absurdo y brillante

El aragonés Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1935) es una rara avis dentro de la literatura española actual. Reputado maestro de la novela breve, sus descacharrantes historias, maravillosamente dialogadas, han dado lugar a varias obras de teatro que se han representado con éxito en escenarios de España y Francia, país donde Tomeo es muy valorado. Por cierto el aragonés ha sido varias veces propuesto para el premio Nobel de Literatura. CUB_ConstructoresEntre sus obras destacan Amado monstruo, El mayordomo miope, El gallitigre, El crimen del cine Oriente y su asombroso Bestiario.

Constructores de monstruos (Alpha Decay) es una de esas locuras tan divertidas, vitriólicas y satíricas de Tomeo. Transcurre en un mundo alternativo en el que la creación de monstruos, al estilo de los de Frankestein, está a la orden del día. Hasta tal punto que se considera una rama más de la medicina. El protagonista, Raimonius Von Bernstein, y su ayudante, Tadeusz Von Rippstein, han recibido el encargo del tío del primero, un terrateniente de la zona, de construir un monstruo al que llamarán Karolus. Su objetivo: asustar a los campesinos de la zona para que no se rebelen ante el poder dictatorial del tío de Raimonius. Los “científicos” estudian la manera de realizar el encargo y movidos de unos escrúpulos “entendibles” deciden crear un monstruo con siete ojos y decenas de dientes para que dé mucho miedo, pero que no atente contra la integridad de los niños, vamos, que no intente comérselos, como otros monstruos que se han creado. El problema es que los dos científicos son bastantes chapuceros, por lo que deberán enfrentarse a sus carencias, y también a los deseos de otro terrateniente de la zona de medrar en la comarca y que ve con malos ojos que su competidor tenga un monstruo a su servicio.

Socarrón, absurdo, brillante y, sin embargo, muy pegado a la tierra, porque entre bufonada y bufonada, ocurrencia y ocurrencia, Tomeo aprovecha para dar unos cuantos coscorrones en la pacata moral de una sociedad que se parece mucho a la nuestra. Una loca delicia.

Enrique Martín

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