BenjamÃn Prado (Madrid, 1961) es un todoterreno de la literatura. Ha escrito poesÃa, letras de canciones, relatos breves, novelas y ensayos. Es lo que se dice un profesional de la escritura. Muchos recordarán que fue letrista de un disco de JoaquÃn Sabina y que no le hace ascos a salir a cantar con aquellos grupos que han musicado algunas de sus letras.
En los últimos tiempos ha publicado una serie de novelas (tres por ahora) protagonizadas por el profesor y escritor Juan Urbano. Tras Mala gente que camina y Operación Gladio, llega Ajuste de cuentas. En la primera hablaba del robo de niños durante el franquismo, en la segunda del papel que jugó la CIA durante la transición y en esta tercera de la España del pelotazo, la que se produjo en los 90 y que ha dado en devenir en la crisis actual. El autor utiliza a Juan Urbano como una especie de alter ego para adentrarse en esas historias oscuras que han marcado la transición y los primeros años de la democracia española.
Ajuste de cuentas arranca con Urbano sin trabajo: adiós a las colaboraciones en la prensa y en la radio, adiós a las conferencias… Un ciudadano más, atrapado por esta espiral diabólica en la que pagan los sufridores de la crisis y salen beneficiados los que la provocaron. Y entonces le llega la oportunidad de salir del agujero a través de una propuesta envenenada: narrar en forma de libro el ascenso y caÃda en desgracia de un tiburón de los negocios, MartÃn Duque, que es un claro trasunto de Mario Conde. La novela intenta responder a una pregunta: ¿todos tenemos un precio? Y la respuesta es… sÃ, pero no. Una novela dialéctica en la que se confrontan dos opiniones sobre el capitalismo: la de los que defienden sus bondades y la de los que deploran sus excesos. Por cierto, Juan Urbano volverá, el autor prometió hacerle protagonista de diez libros.
Una curiosidad: a la vez que se ha publicado esta novela, ha aparecido un libro de relatos de BenjamÃn Prado, titulado Qué escondes en la mano, en la que aparecen los cuentos que el protagonista de la novela se ve incapaz de escribir atenazado por un bloqueo creativo.
Enrique MartÃn