Nothomb, siempre Nothomb

No hagáis caso de esta crítica, recomendación mejor, no es objetiva. No lo puede ser porque el que la hace es un ferviente admirador, un acólito convencido, un discípulo militante de la belga Amélie Nothomb (Kobe, Jaón, 1967). Todo lo que escribe me parece bien. Creo que no hay ningún libro malo en su extensa bibliografía y creo que la mayoría de sus novelas y relatos autobiográficos rozan la excelencia. Ya sé que sus detractores podrán decir, y con razón, que se repite en la construcción de sus novelas (dos personajes que hablan y hablan, que están enfrentados y que al final salen por peteneras), que retuerce la historia para estar presente en el relato como personaje (actuación más acusada en sus últimos libros),  que roza el esperpento (y la caricatura) y que además siempre, siempre, aparece en las portadas de sus libros (¡esas fotos tan excéntricas!).  Ya lo sé, pero no me importa. Maquetación 1Me gustan sus rarezas, me gustan los enfrentamientos de sus personajes, me gustan sus diálogos electrizantes e ingeniosos, me gusta su mala leche, me gusta su retorcido sentido del humor, me gusta su sentido de la provocación, me gusta lo irreverente y heterodoxa que es y me gusta que le importe un pimiento ser políticamente correcta.

La entrega anual de Amélie Nothomb se centra en la figura de Barba Azul, el hombre que asesinaba a sus esposas. En este caso el Barba Azul contemporáneo es un aristócrata español de cuarenta y cuatro años, más bien feo aunque resultón, ultracatólico, sociópata, extremadamente amable y gran cocinero. Elemirio Nibal y Milcar, que así se llama en realidad el sujeto ha puesto en alquilar, a un precio irrisorio, una de las habitaciones de su inmensa mansión en la parte más noble de París. Ocho mujeres han pasado por esa habitación y nunca más se supo de ellas. Al anuncio que aparece en la prensa, y a pesar de que los rumores sobre las desapariciones se han extendido por la capital francesa, se presentan decenas de mujeres. No les importa lo que vaya a suceder, siempre que puedan vivir en el lujo y disfrutar del amor del dueño de la casa. Don Elemirio solo pone una condición a la elegida, no entrar nunca en un cuarto cerrado. La elegida será Saturnine, una joven belga de veinticinco años, que trabaja como profesora sustituta en la Escuela del Louvre. Saturnine se presenta para salir del infecto apartamento de su amiga Corinne y del sofá donde duerme. No siente ninguna atracción por el aristócrata, pero poco a poco, gracias al intercambio de puyas dialécticas se producirá un acercamiento que el lector esperaba desde el principio. Aunque claro, tratándose de una novela de Nothomb, nada es lo que parece y el doble final nos dejará anonadados y divertidos a partes iguales.

Otro estupendo libro de la escritora belga afincada en París, su vigesimoprimera novela. Un libro repleto de platos deliciosos, historias eruditas, humor corrosivo, diálogos chispeantes, amores corteses, maldades de fábula y deliciosa manzanas envenenadas. Pero no me hagan mucho caso, porque soy un acólito nothombiano, y los acólitos no son de fiar. Ustedes se lo pierden.

Enrique Martín

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