Arno Camenisch, la Suiza menos idílica

El mundo rural europeo no ha sido muy frecuentado como argumento literario en los últimos tiempos. Hay que remontarse ya unos años a las novelas que el británico John Berger escribió sobre las penurias y esperanzas de la gente del campo para encontrar una obra de verdadera calidad artística sobre este asunto. Su trilogía “De sus fatigas” (Puerca tierra, Una vez en Europa y Lila y Flag), sobre un mundo que se desvanecía a finales del siglo pasado, sigue siendo una obra canónica.

Ahora desde Suiza nos llega un nuevo intento de poner al día este género. Lo firma Arno Camenisch (Travanasa, 1978), un escritor en lengua alemana, y también en romanche, que es el autor de la denominada “trilogía grisona” porque sus historias acontecen en el cantón suizo  de los Grisones. LIBRO.Sez NerLas novelas llevan por título Sez Ner, Detrás de la estación y Última ronda, y las tres van a ser publicadas por la magnífica editorial aragonesa Xordica.

La acción del primer libro transcurre durante un verano de nuestros días. En una cabaña rodeada de prados alpinos conviven y trabajan el quesero, su ayudante, el vaquero y el porquero. Todos cuidan de los animales de otros, de los campesinos, que de vez en cuando suben hasta las faldas del pico Sez Ner para comprobar que el trabajo se está haciendo bien. La visión que se ofrece de este mundo no es amable, más bien despiadada. Los protagonistas son auténticos salvajes, proletarios del campo, que solo piensan en dejar pasar el tiempo para cobrar al final de la estación su salario, sin excesivas quitas por la pérdida de un animal ó de algún queso.

A pesar de lo que pueda parecer no están solos. Además de las vacas, los cerdos, las cabras y sus perros (el viejo Gris y el inexperto y joven Bobo), por el lugar no deja de pasar gente: el veterinario y su hijo, los soldados de maniobras, los esforzados montañeros y los molestos turistas, los policías entrometidos, los inspectores de quesos, algún que otro cazador y una pastora que cuida a sus rebaño un poco más lejos.

Camenisch apuesta por contarlo todo de manera impresionista, a base de historias breves que ocupan un párrafo ó unas pocas líneas, historias que pueden tener una continuación ó no. Retazos de vida que conforman un gran cuadro que al final, con una cierta perspectiva, dejan ver una historia, la de unos desheredados de la Tierra que trabajan como esclavos de aquellos campesinos de estampa bucólica que se han convertido en hacendados. Unos campesinos enriquecidos que a veces utilizan a sus asalariados como reclamo turístico, vistiéndoles con hermosas camisas tradicionales –que han de devolver después de posar para las fotos- para vender un mundo que ya no existe. La lucha de clases, sin lucha, en las montañas suizas. Si John Berger levantara la cabeza…

Enrique Martín

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