El pulp. Richard Matheson, genio del fantástico

Richard Matheson se pasó veinte años escribiendo relatos y novelas de ciencia-ficción y después abandonó el género. Dejó en ese tiempo, los años cincuenta y sesenta, algunas novelas señaladas como Soy leyenda y El hombre menguante, que fueron adaptadas con éxito al cine, y un puñado de relatos que le hicieron famoso, destacando el que sirvió de base a Steven Spielberg para El diablo sobre ruedas, un telefilm que en Europa creemos que es su primera película. En medio trabajó mucho para Hollywood, reescribiendo sus propias narraciones para The Twilight Zone, aquella serie que aquí se emitió como La dimensión desconocida, y adaptando la obra de otros autores para diferentes formatos, entre otros las películas de Roger Corman sobre cuentos de Edgar Allan Poe, un trabajo que, a menudo, obligaba a escribir historias totalmente diferentes al original. LIBRO.Nacido de hombre y mujerEra pues Matheson, que murió el año pasado, un todo terreno de la escritura que tras abandonar el género fantástico la emprendió con las novelas del oeste y policiacas.

Pero el nombre de Matheson quedará siempre unido al terror y a la ciencia-ficción con relatos como Nacido de hombre y mujer, su primer cuento, apenas tres páginas narradas en primera persona por un niño “especial” que va dejando en su charla detalles sobre sus características y sobre las cosas que va a hacer. Un cuento que colocó el nombre de su creador en lo más alto de la especialidad. Pero Matheson no se paró ahí y siguió escribiendo una serie de ficciones aterradoras, que, a pesar de su adscripción a la fantasía retrataban bastante bien al ser humano de la época sujeto a miedos que todavía no han desaparecido. Son relatos que quizá ahora puedan sonar a ya conocidos, porque las ideas de Matheson han sido muy copiadas en estos sesenta años, pero no debemos olvidar que él las inventó. Y aquí hay de todo: apocalipsis mundiales, invasiones extraterrestres, casas encantadas, monstruos variados esperando en las tinieblas y gente que sufre de maneras muy humanas.

No se equivoquen, la fantasía en Matheson es una disculpa para hablar del ser humano en sus peores momentos. El volumen incluye pequeñas piezas al final de cada relato donde el autor explica en pocas palabras como y por qué escribió cada cuento. Y sorprende su sinceridad al adjudicar a otras personas algunas de sus ideas, o su convencimiento de que tal cuento no es muy bueno, o por qué tuvo que poner un final de ciencia-ficción a un cuento que no lo necesitaba. Este es un volumen imprescindible y no solo por lo que tienen de seminal e importante estos cuentos, sino porque es una lectura apasionante que condensa muchos mundos en las escasas páginas que dura cada historia. Mathseon se maneja tan bien en la distancia corta que supera con alguno de estos relatos a novelas tan famosas como Soy leyenda. Y lo bueno es que todavía queda por publicar otro volumen, que nos traerá nuevas y emocionante fantasías de Richard Mathseon.

Félix Linares

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