¡Esos bonitos e inofensivos drones!

LIBRO.La guerra de los dronesUno de los problemas de confiar en armas de alta tecnología (como los drones) es que crean no sólo un falso sentido de superioridad, sino también un incentivo inherente para usarlas. Después de gastar  muchos millones en comprar nuevas armas y en entrenar personal para utilizarlas, los militares se mueren por ponerlas a prueba en combates reales. Y los que han recibido entrenamiento desean poner a prueba sus habilidades. Y obviamente los fabricantes de armas están deseosos de que se usen, para que se compren más. 

Algunos contratistas privados que participan en el programa de drones de la CIA tienen otro incentivo, según averiguó el American Security Project. El personal contratado para programas de selección de objetivos trabaja con porcentajes fijos, es decir, debe revisar un número de objetivos posibles en un número determinado de horas. Como son contratistas, la continuidad de su empleo depende de su capacidad para satisfacer la medida de eficacia establecida. En consecuencia, (los operadores de los drones americanos) tienen un incentivo económico para tomar decisiones de vida o  muerte en relación con posibles objetivos a ejecutar, sólo para seguir bajo contrato.

Debería ser una situación intolerable, pero como el sistema carece de transparencia y no hay revisión exterior, es casi imposible vigilarlo o alterarlo.

Estos son párrafos de La guerra de los drones, escrito por Medea Benjamin y publicado por Anagrama.

A muchos de ustedes, con esto de los drones, les habrá pasado como a mí. Primero piensa uno que qué maravilla, cuánta tecnología se puede condensar en un aparato de tan pocos kilos. Segundo, que eso no huele bien. Pero como hay tanto problema en el mundo, pues lo olvidamos y seguimos adelante como podemos.

En cambio hay personas que ven en el uso de los drones un cúmulo de conculcaciones de derechos humanos, de fuente de desestabilización social y política, de manipulación de los políticos por parte de la industria de armamentos y por tanto un gran desgaste para la democracia.

El uso de drones pone en evidencia graves fallos de funcionamiento de nuestras sociedades: ya no se distingue entre guerra declarada y acciones de asesinato selectivo; el manejo de estas armas se encomienda a agencias, no al ejército; no se distingue a objetivos militares de las víctimas civiles e incluso se ponen en marcha políticas de matar y no capturar, tal como ha hecho la administración del Premio Nobel de la Paz Barack Obama. Y es que si el enemigo es capturado, hace falta un proceso con unas garantías judiciales, y mientras hay que tenerlo en una cárcel, con todos los gastos y las protestas que ello conlleva. Mejor eliminar y listo.

Por cierto, nuestros telediarios, tan ávidos de imágenes impactantes, ¿cuándo fue la última vez que nos ofrecieron imágenes de una operación con drones en la que las víctimas eran los asistentes a una boda en alguna aldea de Afganistán?  Bueno y tampoco vemos las operaciones digamos exitosas. Y cámaras precisamente  no faltan en los drones. ¿No les parece?  A la CIA no le debe gustar hacer publicidad del uso de estas armas

Esta obra hace un interesante y completo repaso sobre la tecnología de los drones, sus aspectos económicos, connotaciones políticas, consideraciones de derecho internacional y los movimientos de oposición a los mismos.

Jokin Aldazabal

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