Maurizio de Giovanni descubre al inspector Locajones

Maurizio de Giovanni (Nápoles, 1958) es un escritor italiano de novela negra que se ha hecho famoso con las historias que protagoniza su comisario Ricciardi (El invierno del comisario Ricciardi, La primavera del comisario Ricciardi, El verano del comisario Ricciardi, El otoño del comisario Ricciardi y, una vez agotadas las estaciones, Con mis propias manos). La serie, que continúa abierta, cuenta las aventuras de Ricciardi en la Nápoles de los años treinta, cuando el fascismo de Mussolini gobierna Italia. El comisario es un tipo muy especial porque es capaz de “oír” las últimas palabras que pronuncian los muertos.

Ahora Maurizio de Giovanni ha decidido abrir una nueva serie de novelas ambientadas en la época actual y que están protagonizadas por el inspector Giuseppe Locajones, un policía que ha caído en desgracia porque ha sido acusado por un arrepentido de cobrar de la mafia por servicios prestados. Algo totalmente falso, pero que está a punto de acabar con su carrera. De entrada su mujer se ha divorciado de él y le impide ver a su hija. Y además ha sido trasladado desde Sicilia a una pequeña comisaría de Nápoles donde ha sido postergado a realizar labores administrativas. 314_RH26753.jpgPero todo cambia para él cuando estando de guardia es requerido por el asesinato de un joven de 18 años. El chico ha recibido un balazo en la cabeza y todo parece apuntar a un ajuste de cuentas de la mafia, ya que el fallecido había comenzado a realizar algunos trabajillos para un jefe de poca monta de la “cosa nostra”. El jefe de Locajones monta en cólera por haber iniciado la investigación cuando tenía órdenes precisas de no abandonar las dependencias policiales, pero la intervención de la juez Laura Piras, que enseguida descubre las portentosas capacidades de observación y deducción del inspector y que pide siga con el caso, va a dar un vuelco profesional a la vida del policía. A partir de ese momento comienza una carrera contra el reloj para apresar al asesino que la prensa comienza a denominar el Cocodrilo, porque en el lugar de los crímenes -seguirá matando a jóvenes casi adolescentes- comienzan a aparecer pañuelos de papel con sus lágrimas, las “lágrimas del cocodrilo”.

La historia está muy bien narrada, y estructurada en capítulos muy cortos que hacen que la acción transcurra a gran velocidad. En todo momento el autor nos describe las andanzas del policía y la jueza en busca de pistas, y las andanzas del propio asesino, al que escuchamos monologar en su cabeza. El lector no sabrá hasta el final por qué el asesino mata a sus víctimas, solo sabremos que mata por una razón que tiene que ver con algo sucedido en el pasado y que no se trata de un asesino en serie que mata compulsivamente al primero que pilla, como especulan los medios de comunicación. Sus objetivos están perfectamente escogidos. También conoceremos lo que les sucede a las víctimas antes de ser asesinadas, cómo son sus vidas, repletas de problemas cotidianos, y cómo estas vidas normales pueden acabar truncadas por un acto irracional de violencia.

Y, cómo no, en la novela es muy relevante la situación personal del inspector Locajones. Sus angustias ante la pérdida de su hija, sus sueños repletos de peligros, sus noches de borrachera al borde de la autodestrucción y sus pequeñas redenciones: su vuelta al trabajo, la amistad de Letizia la dueña de un restaurante que frecuenta, el aprecio del inútil superintendente Giuffré y la peculiar relación que establece con la jueza Piras.

Una muy buena novela policiaca que augura el éxito de esta nueva serie de Maurizio de Giovanni protagonizada por el inspector Locajones, tras la gloria alcanzada por el autor con las andanzas del comisario Ricciardi.

Enrique Martín

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