Los raros. El ácido y divertido Dovlátov

FOTO La maleta“En el OVIR va aquella zorra y me dice:

-Cada emigrante tiene derecho a tres maletas. Esa es la norma establecida. Hay una resolución especial del ministerio.

No tenía sentido objetar. Pero, por supuesto, objeté:

-¡¿Solamente tres maletas!? ¡¿Y qué hace uno con sus cosas!?

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, con mi colección de coches de carreras.

-Véndala -respondió de inmediato la funcionaria; y añadió, frunciendo levemente las cejas:

-Si algo no le satisface, escriba una reclamación.

-Estoy satisfecho -le digo. Después de la cárcel todo me satisfacía.

-Entonces, compórtese correctamente.

Una semana después recogía mis cosas. Y, como se vio después, me bastaba con una sola maleta.

Así comienza el prólogo de La maleta del escritor ruso Sergei Dovlátov. Esta colección de cuentos publicada originalmente en 1986, relata la vida, variopinta y errática, del mismo autor, en la Unión Soviética de los años 60 y 70, antes de exiliarse en los Estados Unidos en 1978, donde publicó todos sus libros. Las prendas que contiene esa única maleta que sacó de su país y la forma en que las consiguió, darán título y contenido a cada uno de los cuentos.

Así, en el primero de ellos, Calcetines finlandeses de crespón, asistimos a su iniciación como contrabandista, actividad a la que tuvo que dedicarse para pagar sus deudas mientras estudiaba en la Universidad de Leningrado. Ya expulsado de la universidad y destinado a un campo de prisioneros como guardia de seguridad, Cinturón militar de cuero relata cómo hubo de escoltar a un preso enloquecido en un trayecto, regado por litros de vodka, que acaba de la forma más delirante. En Botines de alto nivel, nos cuenta como en un país de cleptómanos, él no pudo sino seguir el ejemplo, y consiguió robarle los botines de cuero al mismísimo alcalde de Leningrado.

Sus críticas más ácidas se dirigen al mundo del periodismo, al que se dedicó desde los veinticuatro años. En Un buen traje cruzado relata cómo después de multitud de restricciones a sus artículos, descubre por casualidad a un espía sueco que se había colado en la redacción. Para que asista con él a la ópera y poder cazarle desprevenido, las autoridades le regalan el traje del título. Otro cuento alcohólico y delirante es el titulado Gorro de piel de nutria, donde relata las andanzas con su hermano Boria, bebedor y follonero de cuidado. Más evocativos son Camisa de popelín y La chaqueta de Ferdinand Leger, y por último Guantes de chofer, donde cuenta su breve experiencia como actor, tiene un tono amargo y surrealista que sirve como colofón a este breve volumen de apenas ocho relatos.

La prosa de Dovlátov es concisa, lacónica, directa; por eso todos sus libros son pequeños textos quintaesenciados de fácil y estimulante lectura. Indiferente y algo cínico ante la vida, irreverente y satírico frente al poder, Dovlátov se retrata sin piedad como un inadaptado, que oscila entre la picaresca y el alcohol para sobrevivir. Actitud que hace mucho más creíble este mordaz testimonio de una época que hoy comentamos, publicado por la madrileña Editorial Metáfora en el año 2002. Les recuerdo título y autor: La maleta de Sergei Dovlátov.

Javier Aspiazu

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