Tengo en alta estima al barcelonés, de padres argentinos y abuelos croatas, Milo J. Krmpotic (1974) como periodista cultural y como escritor. Como periodista fue hasta hace bien poco redactor jefe de la revista literaria Qué Leer (hasta que él y su equipo fueron despedidos, a mi parecer muy injustamente: la revista habÃa conseguido llevar contenidos sobre el mundo literario a mucha gente que tenÃa escasos conocimientos de él. Era una guÃa muy entretenida. Los empresarios sabrán lo que hacen). Ahora es subdirector del portal Librújula. Como escritor he seguido sus obras con interés. Siempre ha intentado contar las cosas de otra manera, jugando a veces con el lector sobre los lÃmites entre la realidad y la invención, y mezclando los géneros sin rubor, la novela negra, la comedia, la fantasÃa gótica… Ejemplos de todo esto son Sorbed mi sexo. Un trayecto a las vidas de Paul Boissel, Las tres balas de Boris Bardin e Historia de una gárgola.
Ahora publica en la editorial asturiana Pez de Plata otra novela negra en la que se reflexiona sobre el mal y sobre la ética del periodismo. El punto de partida de la historia lo hemos leÃdo muchas veces: una chica de quince años, Anabel Prat, es secuestrada en plena calle por un depredador sexual, ó eso parece, que la retiene en una habitación estrecha y oscura. Se pone entonces en marcha una maquinaria mediática en la que se ve atrapada la periodista Gloria Casavella, en la treintena y con la necesidad imperiosa de obtener un éxito que relance su carrera. En sus investigaciones Gloria conocerá a la hermana de la vÃctima, SofÃa Pratt, diez años menor que ella y con la que iniciará una relación. Todo parece aliarse para socavar el frágil estado mental de la periodista, marcada por varios sucesos del pasado que iremos conociendo poco a poco.
Hay muchos aspectos atractivos en la novela. El primero, las diferentes voces con las que se nos cuenta la historia: la del narrador omnisciente; la de un joven periodista, Oscar, que está a punto de ser despedido; la del jefe de la periodista, Pardo; la de una mujer desconocida que reflexiona alucinada sobre hechos que desconocemos… El segundo es el tono: estremecedor, inquietante, directo, a veces enfebrecido, a veces malsano… El tercero, la ambientación de la investigación, en un entorno periodÃstico en plena descomposición, donde las empresas obligan a trabajar a sus profesionales por sueldos ridÃculos y constantemente amenazados por los recortes que muchas veces acaban en despidos. El cuarto, el afán de acercarse a la historia desde todas las caras posibles (realidad poliédrica) que obliga al lector a encajar paso a paso todas las piezas del puzle. Y el quinto, las magnÃficas ilustraciones de Leticia Vera Seves que te ponen el corazón en un puño.
El murmullo es una novela que rompe tópicos, que se acerca de manera diferente a los papeles de vÃctima y verdugo, a los del investigador y el héroe. Que cuestiona la moralidad de los buenos y los malos. Que nos hace reflexionar sobre lo que vemos y lo que creemos ver. Una excelente novela.
Enrique MartÃn