Los raros. James Hogg y la invención de la novela

LIBRO Memprias privadas

 

Según la tradición, así como por algunos registros parroquiales aún existentes, parece que las tierras de Dalcastle (o Dalchastel, como suele escribirse a menudo), pertenecieron a una familia apellidada Colwan hace ciento cincuenta años, y durante todo el siglo anterior a ese periodo por lo menos. Se cree que esta familia era una rama de la antigua familia de Colquhoun, de la que ciertamente proceden los Colwan que se extienden hasta la frontera. Encuentro que en el año 1687, George Colwan sucede a su tío, del mismo nombre, en las tierras de Dalchastel y Balgrennan; y dado que eso es todo cuanto puedo recoger de la familia por la historia, tengo que recurrir a la tradición para el resto de las aventuras de dicha casa”.

Así comienzan las Memoras privadas y confesiones de un pecador justificado, de James Hogg. El escocés Hogg trabajó como pastor y ganadero hasta los cuarenta años, de ahí el sobrenombre con el que ha pasado a la historia de la literatura inglesa: el “pastor de Etrick”. Sus colecciones de baladas fueron elogiadas por Walter Scott, de quien escribió una biografía, pero son sin duda estas falsas memorias, publicadas en 1824, las que le han rescatado del olvido.

Dentro de la tradición de la novela gótica, entonces naciente en Inglaterra, James Hogg nos cuenta una fábula alucinante sobre los peligros del fanatismo religioso. Coloca la acción de la novela en Escocia, a comienzos del siglo XVIII cuando la pugna entre católicos y protestantes, llamados en Escocia presbiterianos, estaba en su apogeo. Estos últimos creían en la salvación por la gracia divina, independientemente de las buenas obras o méritos que realizara el creyente. Hasta tal punto llegaba esta convicción que algunos de los redimidos por la gracia de Dios consideraban todas sus acciones justificadas, incluso las más horrendas. Ese es el caso del personaje protagonista, Robert Wringhim, supuesto hijo no reconocido del señor de Dalcastle, quien manipulado por el diablo para ser un azote de los impíos, empieza con el de su hermanastro una larga serie de asesinatos, antes de verse abocado a un espantoso final.

Este es un libro de estructura bastante moderna para su época, porque James Hogg cuenta la misma historia desde dos perspectivas diferentes: el punto de vista objetivo del presunto editor del libro, que ve los sucesos desde fuera y cuya narración ocupa la primera parte; y posteriormente, ya en primera persona, Robert Wringhim nos cuenta su atormentada vida de fanático alucinado y sanguinario. Además, en una última pirueta metaliteraria, el propio autor se incluye a sí mismo como personaje al final del relato.

Decir por último que uno de los grandes atractivos de esta obra maestra de la literatura fantástica es su personificación del Demonio, una de las más originales jamás concebidas. Éste se presenta como un ser multiforme capaz de adoptar a voluntad la apariencia de las personas cercanas a su víctima, induciéndole constantemente a engaño y a la indulgencia respecto a sus crímenes.

Editoriales como Nórdica o Valdemar les permitirán disfrutar de estas amenas y terribles Memoras privadas y confesiones de un pecador justificado, de James Hogg.

Javier Aspiazu

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