En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras
Grabad en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro”.
Estos son los versos que prologan Si esto es un hombre, de Primo Levi. La narración que este intelectual italiano hizo de los once meses que pasó en un campo de concentración cercano a Auschwitz, es el más conocido de los testimonios del suceso más trágico del siglo XX: el primer ensayo de exterminio a escala industrial en la historia de la Humanidad.
Primo Levi lo publicó en 1947, menos de dos años después de ser liberado del pequeño campo de Monowitz donde unos diez mil concentrados eran utilizados como mano de obra esclava para la empresa química alemana I.G. Farben, la creadora del gas Ziklon B. Tras sufrir la despersonalización, los golpes de los kapos, el hambre crónica, el trabajo extenuante, las enfermedades que se propagaban libremente y el frío del invierno polaco que podía llegar a los veinte grados bajo cero, las fuerzas de los presos se agotaban en pocos meses, momento en que eran “seleccionados” para las cámaras de gas. Pero aún más que la memoria del horror y la crónica de la destrucción sistemática, Si esto es un hombre es el relato de la milagrosa supervivencia en un entorno tan adverso. Algo que se aprecia mejor si comparamos este libro con otro de los más lúcidos testimonios de aquella masacre, el del húngaro Imre Kertesz, cuya obra Sin destino cuenta cómo fue posible la asunción sin lucha del exterminio y la desmoralización causada por una crueldad tan imprevista.
Primo Levi, que se unió a un grupo partisano antes de ser capturado por los nazis, se caracteriza, al contrario, por no aceptar ese destino. Y si el azar y su cultura fueron factores determinantes en su salvación (como doctor en química que era, pudo trabajar los últimos meses en el laboratorio del campo escapando así al intenso frío), no lo fue menos su capacidad para encontrar cualquier resquicio de mejora en las condiciones materiales, para establecer lazos de solidaridad, para resistir hasta el fin del campo, el momento, por cierto, más logrado del libro: la huida de los nazis con todos los presos que podían andar dejando solo un barracón de enfermos tras de sí, en el que se encontraba Levi, tiene todos los rasgos de la pesadilla más angustiosa, y está contada con una tensión y un dramatismo magistrales, a la altura de los grandes clásicos.
Este es un texto sincero y valiente como pocos, imprescindible para conocer una barbarie que no ha de repetirse. Encontrarán Si esto es un hombre de Primo Levi en muchas ediciones.
Javier Aspiazu