El origen de Harry Hole

Para los que seguimos con atención la novela negra europea, y en concreto, la escandinava, el noruego Jo Nesbo (Oslo, 1960) es toda una referencia. Muchos le consideran el mejor escritor de novelas criminales de esa zona del mundo. Hay quien le compara con Henning Mankell, aunque desde mi modesta opinión el sueco está un peldaño por encima. Aún así Nesbo es uno de los grandes.

Nesbo debe casi toda su fama a la serie protagonizada por el inspector noruego Harry Hole. La serie la componen por ahora diez novelas. Entre nosotros se han publicado ocho de ellas. Curiosamente en castellano la serie la inició Petirrojo, la tercera cronológicamente y una de las más redondas. A esta siguieron Némesis, La estrella del diablo, El redentor, El Muñeco de nieve y El leopardo. Todas fueron publicadas por RBA, salvo la última que publicó Penguin Random House, que se ha hecho con los derechos de la saga. Hay otras dos novelas nuevas que están todavía sin traducir, de 2011 y 2013. Lo que sí ha hecho ya Penguin es publicar, por fin, las dos primeras entregas de la serie, El murciélago y CucaLIBRO El murciélagorachas.

El principal atractivo de las novelas de Harry Hole es su protagonista. Es un hombre con muchos problemas personales, que es incapaz de encontrar el equilibro. Destroza casi todas las historias amorosas que inicia y la relación con sus subordinados deja mucho que desear. Tiene un punto de autodestrucción que le sitúa siempre al borde del precipicio. Pero problemas psicológicos aparte es un magnífico policía, que trabajo duro y que saca petróleo de los indicios más ínfimos.

Para los que hemos seguido la serie desde Petirrojo, encontrarnos con las dos primeras novelas produce una sensación extraña. Primero porque se nos habla de un Harry Hole más joven, que comete algunos errores en la investigación policial, a pesar de su perspicacia. Y segundo porque se nota en la narración que Jo Nesbo no ha alcanzado la maestría narrativa de libros posteriores. En El murciélago, por ejemplo, junto a momentos vibrantes, hay otros en los que parece que el tiempo se detiene, para mal, y en el que se da vueltas sin mucho sentido a situaciones irrelevantes. Pero a pesar de todo, el personaje está ya ahí, y también esas historias independientes, que parece no vayan a tocarse jamás. Otra cosa interesante es que por fin sabemos con pelos y señales porque Harry Hole tiene ese sentido de culpabilidad con respecto a sí mismo. Porque aquí se nos desvela la terrible tropelía que cometió en plena borrachera, tropelía que sus superiores ocultaron, para no perjudicar al Cuerpo de Policía y para no cercenar la prometedora carrera de Hole. Por cierto las dos historias acontecen fuera de Noruega, en Australia y Bangkok, y en las dos historias encontramos a Hole hundido en su marasmo. En este sentido Hole se asemeja mucho al detective de Henning Mankell, Kurt Wallander, la imagen misma del nihilismo existencial.

Enhorabuena a todos los que se inicien ahora en la lectura de las novelas de Jo Nesbo, protagonizadas por Harry Hole, porque entenderán mejor al personaje y le verán crecer, como creció la calidad de la serie. Solo hay que hacer votos para que se publiquen cuanto antes las dos novelas que faltan.

Enrique Martín

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