La copia de seguridad de Goizalde Landabaso

Babeserako kopia (copia de seguridad) es el título, un título formidable por cierto, del nuevo libro de poemas de Goizalde Landabaso, que ya había publicado con anterioridad la divertida crónica Korte bat mesedez, el poemario Jat y Branskint, un trabajo donde se unían texto e imagen. En este nuevo poemario, esta escritora de Deusto, habla de la extrañeza que provoca a menudo la vida, de los mecanismos que la definen, no siempre comprensibles, y del proceso que hace que recordemos algunas cosas y que olvidemos otras, a pesar de que sean importantes. ¿Cuáles son los mecanismos de la memoria?, parece preguntarse Landabaso. “Gogoan ez ditugun gertariak/non gelditzen dira?/ Zein leku dute akorduan?

El libro, provisto de un lirismo poco artificioso, tan desnudo a veces que puede acercarse al lenguaje periodístico, está dividido en tres partes. La primera, Izan, es muy reflexiva, introspectiva. Landabaso se interroga sobre quiLIBRO Babeserako kopiaén es ella, sobre la naturaleza del amor, de la soledad, sobre la existencia o no de la felicidad, y lanza preguntas para descartar respuestas. Piensa, por ejemplo: “Hegazkin bidaiariek non emango dute gau hotz hau?”. O “Aldamiotan jauzika dabiltzanek zein mendi esturekin egingo dute amets?”. Precisamente, estos poemas en los que se encadenan diferentes preguntas, originales y que dan que pensar, son unos de los que más me han gustado.

La segunda parte de este poemario prologado por Harkaitz Cano, que lleva por título Odola, es más sensorial, y tanto la ausencia como la presencia del amor toman protagonismo: las caricias, las cosquillas, las heridas. Sin ser el único elemento vertebrador, -en mi opinión, lo son más el estilo y la mirada-, el cuerpo es importante en este apartado.

Denbora es la tercera parte, y la más poderosa desde mi punto de vista: se traslada una especie de resignación ante la imposibilidad de saber qué pasará mañana, qué pasado mañana, que yo relaciono con la madurez. En estas últimas páginas hay una serie de poemas –por ejemplo, Astelehen bat- que son como frescos de la cotidianidad, que constituyen brochazos realistas y suponen, al fin y al cabo, un testimonio de nuestro tiempo.

Al cerrar Babeserako kopia –un trabajo que se acompaña de las fotografías de Iñaki Mendizabal y Olatz Rubio-, nos queda la sensación de que la autora nos ha prestado una mirada lúcida, a veces irónica, que no edulcora la vida, porque es dura, pero que no por eso deja de ser lo mejor que tenemos. No hay resquemor ni dramatismo en estas páginas sino una especie de discreta celebración. Una celebración plasmada en negro sobre blanco, registrada, por tanto.

Sería fantástico poder hacer copia de seguridad del olvido, otra de los recuerdos, y otra de nosotros mismos para poder, en algún momento, recuperarnos tal y como éramos antes de haber sufrido.

Txani Rodríguez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *