Oscar Esquivias y la importancia de encontrar un rumbo

Explica Oscar Esquivias en una nota del autor que la de “andarás perdido por el mundo” es una de las maldiciones de Yavé a Caín. “A mí, desde niño, estás palabras no me parecen ningún castigo, si no todo lo contrario: siempre me ha gustado perderme y andar a mi aire por el aire”, dice. Él se perdió por primera vez siendo muy pequeño en Textiles Marín, una tienda de Burgos. Por fortuna, más que perderse, en realidad, -porque su madre lo encontró muy pronto-, se sintió perdido. A sus personajes les sucede algo similar: se sienten desorientados, allá donde estén, en Italia, Rusia, Francia, Estados Unidos y, especialmente, en el burgalés barrio de Gamonal. Defienden vocaciones que no existen, mantienen sus imposturas, no son capaces de comprender sus propios sentimientos, transitan a trompicones hacia la edad adulta, se buscan la vida, se meten en líos.LIBRO Andarás perdido por el mundo

Y ese aturdimiento, o esa jam session en la que se convierte la vida de esos personajes, no es el único vínculo entre estas historias que, es curioso, son en gran parte una recopilación de cuentos publicados previamente en antologías o libros colectivos. Sin embargo, hay temas que se entrecruzan en estas páginas revelando las inquietudes, pequeñas obsesiones de este escritor. Uno de esos asuntos es la presencia invasiva de la religión: nos encontramos con curas, con catequistas, con viajes al Vaticano para ver al Papa… La represión sexual, o el desconcierto sexual, y el paso de la inocencia al desencanto, de la juventud a la madurez atraviesan también estas páginas. Y si hubiera que ponerle banda sonora a este libro sería sin duda con algo de música clásica, ya que además de múltiples referencias varios de sus personajes son músicos.

Hay tiempo una mirada tierna y divertida sobre el pasado, una mirada en la que podemos reflejarnos muchos de nosotros: “Aunque eran coreanos -leemos al comienzo del conmovedor relato Los chinos-, todos en Gamonal los conocíamos como “los chinos”. En aquellos tiempos -de estos hace más de treinta años- ningún extranjero se establecía entre nosotros; al revés éramos los españoles los que salíamos fuera a buscar trabajo, así que la llegada inesperada de los chinos nos pareció algo fabuloso: si nos cruzábamos con uno por la calle, cambiábamos de rumbo y lo seguíamos un buen trecho solo por el gusto de observar cómo caminaba un chino, cómo movía la cabeza o se rascaba”.

Uno de los relatos que más me ha divertido es el de otro chino que no es tal. Le llaman así, aunque es español, pero de padres ecuatorianos, y tiene los ojos como “un ojal”. Un amigo de este joven orgulloso de tener sus raíces en Guayaquil y en apuros económicos le convence para hacerse pasar por chino y dar clases a la niña que un matrimonio gay acaba de adoptar. Muy loco todo, y muy divertido. De todas formas, el humor y la ternura están presentes en muchos de estos cuentos, aunque sean historias en las que lata una decepción o incluso una tragedia.

Andarás perdido por el mundo es en definitiva un libro que explora lo difícil que es encontrar un rumbo, si es que quisiéramos tenerlo.

Txani Rodríguez

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