Y como siempre Nick Hornby, que nunca se fue

Quizá convendría discutir ciertas afirmaciones que se han hecho con respecto a la publicación de Funny Girl. La más recurrente es que Hornby ha vuelto por sus fueros, que ha recuperado el pulso, que protagoniza aquí un retorno a la grandeza. Bien, puedo entender que es necesario utilizar frases publicitarias que garanticen la venta del nuevo producto, aún a costa de menospreciar los trabajos anteriores del autor. Digámoslo claramente, Hornby no ha vuelto porque nunca se había ido, no ha recuperado el pulso, porque no lo había perdido. Y no hay ninguna grandeza a la que retornar porque si algo ha sido Hornby siempre es sencillo, cercano, cotidiano y encantador, por supuesto.

Reconozcamos que las primeras novelas de Nick Hornby tuvieron gran éxito entre otras cosas porque tocaban asuntos de gran repercusión social. Fiebre en las gradas hablaba, como indica su título, de la pasión por el futbol y Alta felicidad,PN925_Funny_Girl2.indd también según su título, se centraba en la música, y eso atrajo hasta estos libros a un montón de lectores interesados sobre todo por el entorno que reflejaban. Y gustaron mucho  porque el autor siempre ha practicando una literatura sin alharacas pero tremendamente agradable de leer, al alcance de cualquier lector. Escribe unos diálogos sacados de la calle, utiliza los encadenados que le vienen dados, nunca fuerza la máquina, maneja la elipsis con una soltura de la que muchos deberían aprender y no pone una palabra de más. Tampoco de menos.

Incluso Un gran chico, su siguiente novela entraría en la trilogía fundamental de Hornby por efecto de las anteriores. Después parece que cayó algo en desgracia, misteriosamente, porque Como ser buenos, a pesar de no ser apreciada es una gran novela sobre las contradicciones que padecemos y las mentiras que nos hacemos y aunque el asunto parece algo más serio en el fondo late ese soterrado humor que caracteriza a Nick. La cosa se dispersó con 31 canciones, un libro documental, sobre las canciones que marcaron la vida de Hornby y la de muchos de los que pertenecen a su generación, los que están a punto de llegar a los sesenta años. En picado es otra novela sobre un tema difícil: el suicidio. Y como nadie parece querer hablar de este asunto pareció que el escritor era incapaz de levantar este pie forzado. Pero lo hacía, de verdad, revisen la novela. En Todo por una chica aborda la adolescencia y en Juliet, desnuda, se acerca a la cuarentena a través de dos mujeres que merecen figurar en los recuerdos lectores, en serio.

Y, por fin llegamos a Funny Girl, donde Nick Hornby nos lleva a la década de los sesenta que él conoció en su niñez. Cálmense los aficionados a la música ante la supuesta descarga musical que les espera. Aquí hay menciones a los Rolling Stones y a los Beatles, cameos de Jimmy Page y The Dave Clarke Five y un pequeño papel, algo ridículo, para Keith Relf de los Yardbirds. Pero lo importante en Funny Girl es la televisión de los años sesenta, un mundo que el autor se empeña en representar a través de unas fotografías donde nunca aparecen los protagonistas por la sencilla razón de que no existen. Todo se lo ha inventado, esa Barbara reconvertida en Sophie Straw, pueblerina dispuesta a triunfar, el actor que la acompaña en su ascenso a la gloria, esos guionistas que reflejan a otros de la época, el director y productor, algún jefe y… caramba, se ha acabado el reparto. No importa, Nick Hornby consigue rellenar cuatrocientas páginas que recorren  cuatro años sin repetir conceptos, ni diálogos, ni nada. Haciendo avanzar a sus personajes de manera constante y encantadora, haciéndonos reír y emocionándonos con los avatares de esta buena gente en una vida sin grandes acontecimientos, pero repleta de momentos sensibles. E, insisto, muy divertidos. Nick Hornby acaba de publicar un nuevo libro, tan bueno como los anteriores. No hace falta decir más. Yo estoy contento.

Félix Linares

 

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