El descacharrante mundo literario de Chico y Chica

Pues en este último comentario de la temporada, y con permiso de los compañeros de la crítica musical, voy a hablar de un disco-libro, en concreto del disco libro del grupo bilbaíno Chico y Chica. Se trata de un trabajo que reúne ocho canciones y siete relatos. Es en la parte de los relatos, claro, en la que me voy a centrar. Se trata de historias de “ciencia y ficción” que entroncan con libros como Sin noticias de Gurb o Guía del autoestopista galáctico y que nos harán pasar un divertidísimo rato de lectura. Voy a ir concretando: la narradora es Raquel, una joven que se dedica a las misiones espaciales y que escribe las crónicas de lo que ve en otros planetas o satélites en su cuaderno de apreciaciones. En base a esos apuntes, parece que esa tarea suya de la exploración interestelar es más desabrida de lo que cabría pensar a priori: “La llegada a un planeta siempre es decepcionante. Desde arriba te esperas encontrar paisajes con hongos gigantes, nenúfares, árboles con fitballs y ríos con fauna luminosa. Pues no pasa eso. Es siempreLIBRO Notario el mismo páramos: estratos de piedra levantados como desafiantes, luego pisas la arenilla blanca de siempre, que no es playa, es planeta”. A pesar de esos sinsabores, a  Raquel, una chica de acción, no le faltarán experiencias que relatar. Nos habla por ejemplo de un robot que da misa; de una biblioteca espacial dejada de la mano de Dios; de lejanas civilizaciones; de los integrantes de su equipo; incluso de algún encuentro amoroso.

Hay además un humor un tanto absurdo que, sin duda, funciona, y bastante ironía. Por ejemplo, el relato Pontormo, un satélite tibio se abre de la siguiente manera: “Se quitó el emperador. No valía para nada. ¿Una persona que mandara en todo? ¿Dónde se ha visto? Nada. Fuera. ¿Y cómo lo hicimos? Pues explicándoselo a él muy despacito, haciéndoselo ver, haciéndoselo comprender”. En el texto La sensación de Calisto, Raquel dice que tiene por código de conducta no intervenir en una civilización que va más lenta, pero añade: “Mis compañeras y yo descendimos la rampa con nuestros discos gliding de colores y ya empezó todo el folclore; que si adoraciones, cánticos, bailes insólitos y desmadejados, dibujos de círculos y diagramas básicos en el suelo, y, al rato, ya salió lo del sacrificio de las jovencitas de allí. Y ahí se me agotó la paciencia”.

Otro de los aspectos que más me divierten de estos textos es el contraste entre el imaginario espacial y una cotidianidad inesperada: “La vida es una biblioteca orbital es ideal para los huesos. La falta de gravedad alivia las molestias y te mejora el carácter. Pero son instalaciones con poco presupuesto, nido de gente desmotivada (…) Por eso me largué”.

Para ir terminando no quiero dejar de mencionar los pies de página ya que algunos son desternillantes, ni las ilustraciones a cuatro manos que acompañan a este Notario. Sobre las canciones será mejor que se pronuncien los críticos musicales, pero sí que puedo decir que vais a encontrar temas míticos de este dúo como Tú lo que tienes que hacer o mi favorito Findelmundo.

Txani Rodríguez

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