El chiste fue un éxito, los cuatro rieron a rabiar.
Yo quedé satisfecho, convencido de que les había hecho felices por unos segundos.
El de la primera carcajada quedó después pensativo… “¿acaso va por mi?”.
El segundo reidor, más tarde pensó… “era un chiste muy machista, este tío no es de fiar”.
La tercera en cuestión meditó… “es muy gracioso, pero alguien que cuenta algo así en público no puede ser muy inteligente”.
Pero lo peor fue el cuarto. El de la carcajada más estridente:
“Ya sé a quién no voy a renovar el contrato”.
Roberto Moso