El alocado mundo de Tati adaptado por Carrière

La joven y vanguardista editorial donostiarra Expediciones Polares editaba hace poco dos de las grandes obras que el cineasta Jacques Tati retó a llevar al papel al escritor Jean-Caude Carriére  en 1957. Así fue como vieron la luz las novelas Mi tío y Las vacaciones de M. Hulot con las ilustraciones que Pierre Étaix creó para la edición original francesa y que esta editorial recupera acompañando a la versión castellana de Felipe Cabrerizo.

Maestro de la pantomima y a la zaga del cine mudo de Chaplin y Buster Keaton, Jacques Tati (1907-1982), ganaba el Oscar con Mi tío (1958), una película que, como Las vacaciones del Señor Hulot, que quedó a las puestas del premio, reflejan la vida cotidiana de las calles francesas de entre la posguerra mundial y los años 70, en un caso, y la ociosidad pequeño burguesa del verano. Entre feriantes, terrazas de café, niños y abuelos o veraneantes en un balneario, asoma  el señor Hulot, dispuesto a romper la rutina y los convencionalismos con su aspecto estrafalario  y su apariencia de ser inadaptado. Y ese es el ambiente que logra  trasladar al papel Jean-Claude Carrière, escritor y guionista colaborador de Buñuel y de García Berlanga.  En ambas novelas ha sabido Carrière saltar del guion cinematográfico a la novela llevándonos a ir reencontrándonos en las páginas del libro con los memorables guiños de la película creando una suerte de cuentos dentro del cuento en torno a M. Hulot, un personaje tan  patoso y estrafalario como entrañable y desconcertante, capaz de encandilar con su presencia a los perros y a los niños o de transformar en desastrosa fiesta las vacaciones veraniegas de la pequeña burguesía que frecuenta un balneario.

En Mi tío es su sobrino de ocho años Gerard Arpel quien nos lleva de la mano por la novela igual que él caminaba de niño con su tío por las calles. En Las Vacaciones, los sucesos los relata uno de los turistas que acude al balneario del Hotel de La Plage, y lo hace en esta segunda novela con la misma fascinación por él que su sobrino Gerard mostraba en la primera. Dos novelas, en fin, que llevan al lector adulto a evocar cada secuencia de aquellas amables y sorprendentes películas   de los 50 y al lector juvenil de hoy a encontrarse con un simpático y solitario Quijote al que gustoso adoptarán como su propio tío en cuanto lo conozcan.

Seve Calleja

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *